5.11.08

Blackbird #1

Gift & Curse (1 de 6)
“The Curse” (Parte 1 de 3)
Historia: Rodrigo Roa.

I

Adam Johnson había esperado desde el primer día el momento en que pudiese ordenar las cosas de su cuarto. Todo había sucedido tan rápido desde que despertó, que no había logrado instalarse aún. La señorita O’Neal le daría alojamiento en el segundo piso de su casa, al menos hasta que Adam encontrase un hogar definitivo.

Para Adam, el primer paso para establecerse en este mundo, era conseguir una ocupación. En un par de días debía rendir exámenes de la secundaria, aunque a eso lo consideraba un mero trámite para entrar a la Universidad. Estudiar era la opción lógica, considerando que no recordaba haber realizado ninguna actividad previamente… si es que tuvo alguna vez una vida previa.

Esto le recordó a Adam, la enorme cantidad de dudas que tenía. Ni siquiera sabía de dónde venía, ni que había hecho antes. Sólo recordaba desde que despertó en este mundo. Sentía como si él hubiese vivido en algún lugar antes, sólo que no sabía cuál era ese lugar. ¿Quién podría darle respuestas? La señorita O’Neal parecía saber algo acerca de él. Al menos eso le parecía, por su reacción al escuchar su nombre… Pero, ¿cómo sabía él que “Adam Johnson” era su nombre? La confusión se apoderó del joven. No comprendía nada de su propia existencia, y aún así había decidido convertirse en Blackbird. Apenas conocía sus habilidades y ya se había involucrado con los defensores de la Tierra.

De pronto, recordó el por qué lo había decidido. Esa chica. Lo había inspirado. No podía quedarse de brazos cruzados teniendo las habilidades para hacer algo por el mundo. Incluso ese pájaro negro del tejado de enfrente a su cuarto lo hacía… Y esa chica… Sophie… no sabía prácticamente nada de ella, pero había algo que le daba vueltas en la mente. Una vez que terminó de ordenar, y habiendo pensado y sentido todo esto, no pudo evitar salir de la casa, y caminar, sin rumbo definido.

Se paseó por varias calles de la ciudad, pensando, observando y conociendo lo que le rodeaba, tratando de identificar lugares o rostros. Pero nada. Aunque todo le parecía cercano, no recordaba nada específico. Siguió caminando, y de pronto se dio cuenta que estaba en un barrio que ya había visitado hace un tiempo. Avanzo unos pasos, y se encontró a las puertas de la Universidad de Angalileo, lugar donde podría entrar a estudiar pronto, si todo salía bien.

Casi sin pensarlo, avanzó para observar hacia adentro de la U, con un solo pensamiento en mente: ¿podría ver a Sophie?.

II

La nueva vida de Christian McKenzie le había dado una extraña libertad, que no conocía antes. Como sacerdote, sus pensamientos giraban todo el tiempo en torno a su ministerio. Pero hoy, sus problemas eran mucho más prácticos. Ese día recorrió la ciudad por horas, buscando un trabajo. Le había costado un par de semanas encontrar un departamento al alcance de su bolsillo, y ahora debía ocupar su tiempo en algo que además le permitiera vivir como un miembro más de la sociedad.

Pero había algo más que ocupaba sus pensamientos. Había alguien en este mundo que necesitaba respuestas, y por eso él había emprendido su “propio peregrinaje”, como le gustaba llamarlo. En los últimos momentos del mundo antiguo, y mientras portaba el manto del Capitán Cometa, McKenzie recibió la revelación de su nueva misión. Él debía ser el guía de un joven poderoso, y debía mostrarle la verdad que conocía. Pero con prudencia.

Christian McKenzie siguió caminando unas cuadras, pero luego se sentó a descansar, antes de emprender el regreso a su casa. No sabía lo que iba a encontrar en su camino de vuelta…

III

“No tiene sentido que espere una casualidad como esta”, se decía a si mismo Adam. De pronto le parecía una locura esperar ver a Sophie en la Universidad. Allí estudiaban miles de personas, con distintos horarios, por lo que encontrarse específicamente con alguien era bastante poco probable.

Dándose cuenta de esto, Adam dejó el lugar, y siguió caminando hacia donde sus pies le llevaran. Así, recorrió Angalileo, su ciudad, el lugar que habría de llamar su hogar, independiente de su desconocido pasado.

Adam no se fijó demasiado por donde caminaba, así que sólo siguió avanzando. De pronto, empezó a sentirse algo mareado. El aire le faltaba, y comenzó a ver las cosas dobles. Se sintió débil, y tuvo que detenerse. Levantó la vista, y vio que el lugar donde estaba era nada menos que el mismo edificio donde días atrás sostuviera una enorme batalla con el Heraldo de Logos conocido como Void. Eran las ruinas del edificio que ambos destruyeron, y por alguna extraña razón la energía que aún emanaba de allí, le afectaba fuertemente. Sin poder sostenerse, se apoyó en uno de los escombros, y al poco rato, se desmayó.

Pero antes de que alguien más llegase a socorrerlo, Christian McKenzie, que pasaba por el lugar, de regreso a su casa, lo vio caer. Corrió hacia el joven, y lo sostuvo entre sus brazos. Al verlo, Christian reconoció algo en su rostro. Sorprendido y preocupado, lo sacudió, hablándole con suavidad, tratando de reanimarlo.

- Reacciona, chico. Todo está bien, sólo abre tus ojos, y dime algo. ¿Cómo te llamas?

Adam se tardó un poco, pero logró reaccionar. Abrió los ojos y vio a McKenzie frente a él. Algunas otras personas se habían acercado, pero McKenzie les dijo que se retiraran, que todo estaba bien y que él se haría cargo.

- Dime, chico, ¿puedes oírme? ¿Cómo te llamas?

- Soy Adam – le respondió con dificultad – Adam… Johnson.

McKenzie se sorprendió aún más, pero luego sonrió y agradeció a los cielos por habérselo encontrado tan casualmente. Levantó a Adam, y lo ayudó a caminar.

- Soy Christian McKenzie – le dijo - Vamos, Adam. Te sacaré de aquí.

Y lo llevó aparte, a un lugar más tranquilo. Era momento de comenzar con su misión, y la vida le había ayudado a encontrar el camino.

IV

Sophie era una chica sencilla y responsable. Si bien era muy dedicada a sus estudios y cumplía con sus obligaciones, para ella habían cosas más importantes. Pasar un buen rato con personas que le importaran, disfrutar de los detalles de la vida y hacer cosas para mejorar el mundo que la rodeaban eran sus preocupaciones principales. Amaba a su familia y a sus amigos, era muy activa y tenía una personalidad que la hacía ser escuchada en todas las actividades donde participaba. Pero esto hacía que también su vida estuviese recargada de obligaciones, y de vez en cuando le gustaba escaparse y tomarse un relajo.

Matt Parker era uno de sus mejores amigos, sino el mejor. Se conocían desde hace años, ya que sus casas quedaban muy cerca una de la otra. Matt era conocido por su afición a las computadoras, y era más bien solitario. Pero Sophie había llegado a conocerlo bien, y sabía de su amabilidad. Se tenían mucho cariño, y se entendían muy bien.

Ese día, Sophie estaba muy cansada. Había trabajado duro para su carrera, y además estaba a cargo de la organización del aniversario de su Facultad. Apenas la vio, Matt notó su cansancio, así que le propuso lo que siempre le proponía cuando querían relajarse.

- Sophie, ¿por qué no vamos esta tarde al Parque del Cerro Blanco? Sé que necesitas distraerte…

- Tienes razón, Matt – le respondió la chica – Y me parece una excelente idea. ¿Nos vemos a las seis?

- Está bien. Paso por ti a las seis. ¡Nos vemos!

Esa tarde, los dos jóvenes amigos salieron hacia el Parque del Cerro Blanco, lugar favorito de las personas de Angalileo que necesitaban distraerse y olvidarse de la presión de la ciudad. Ubicado en los alrededores de la ciudad, era de fácil acceso, y era un bello y tranquilo lugar para tener una buena conversación.

Pero en ese mismo momento, había otras dos personas que se habían dirigido al mismo lugar. El Parque del Cerro Blanco sería el escenario de una reveladora escena…

V

Christian McKenzie ayudó a Adam a salir de las cercanías del edificio donde combatió con Void. Poco a poco, el joven se recuperó y pudo caminar por sí solo. El ex sacerdote le pidió que lo acompañara hasta el Parque del Cerro Blanco, para tener una conversación tranquila. Adam lo siguió, extrañado por esto. Pero algo le decía que debía escuchar a este hombre que le había ayudado.

Una vez que llegaron a la parte más alta del Cerro Blanco, donde había un mirador desde el que se podía ver la ciudad y también sus alrededores, McKenzie se presentó.

- Soy Christian McKenzie. Durante varios años fui sacerdote, pero ya dejé el ministerio… Y te confesaré además, que fui el último Capitán Cometa.

Adam, sorprendido por esa revelación, sólo atinó a presentarse también, pero sin revelar su propio secreto.

- Y yo soy Adam Johnson…

- Lo sé – le interrumpió McKenzie – Eres Blackbird. Y si te preguntas como sé esto, te diré que conocí a tu padre.

Adam no podía creer lo que oía. ¿Cómo podía saber tanto este hombre? ¿Y quién era su padre?

- Verás, Adam – continuó McKenzie – Sé muchas cosas acerca de ti y de tu origen. Puedo responder a tus dudas, y contarte acerca de tu padre… pero también estoy seguro de que debes saberlo poco a poco…

- Pero si eso es cierto, al menos dime algo – le dijo Adam – Algo que me haga creer que es posible que sepas tanto… Algo que aclare un poco mi confusión… - Adam estaba un tanto apesadumbrado ante todo esto, y su aura comenzaba a manifestarse.

- Tranquilo, Adam – le dijo Christian, observando con atención la manifestación del poder de Adam – Todo a su tiempo… Por ahora, debes saber la razón de tus poderes… Debes saber que… Tú, Adam Johnson, eres el hijo del más grande héroe que haya existido, el segundo Capitán Cometa… Rick Johnson.

Adam escuchó esto con atención, pero aún así necesitó repetírselo a si mismo varias veces para comprenderlo y aceptarlo. ¿Cómo podía ser esto cierto? Ni siquiera tenía la certeza de que McKenzie fuera confiable… Pero sentía algo… algo que le hacía confiar en él.

- Tus poderes – prosiguió McKenzie – están basados en las emociones. Por supuesto, que la forma primaria de manifestación, será a través de energía expulsada desde tu interior, pero descubrirás que tiene muchas otras características… Tus poderes aún se pueden desarrollar mucho más…

Adam sentía cierta conexión con el hombre que estaba en frente de él… ¿Podía ser la empatía emocional otra de sus habilidades? Muchas preguntas daban vuelta en su mente, pero no se decidía por ninguna para empezar.

- Escucha, Adam – le dijo McKenzie – Sé que hay mucho más que quieres preguntar. Pero creo que debemos separarnos por hoy. Tengo cosas importantes que hacer, y es probable que las personas necesiten a Blackbird. Además, no es bueno que nos relacionen aún a ti y a mí… Hablaremos más adelante, pero cuando necesites cualquier cosa, ten confianza y búscame… Hasta pronto.

Y diciendo esto, Christian McKenzie se marchó del lugar, dejando una dirección escrita en un papel, en la mano de Adam. El joven estaba increíblemente sorprendido, y no sabía cómo reaccionar. Dejó ir al ex sacerdote, y luego comenzó a caminar de vuelta a casa, con muchos más pensamientos que antes dando vuelta en su mente.

En ese momento, Sophie y Matt subían al Parque. Conversaban alegremente, y reían juntos, mientras apreciaban el bello paisaje que el lugar les ofrecía. En eso estaban, cuando de pronto, a lo lejos, Sophie divisó una silueta que se le hizo familiar. Agudizó su vista, y poco a poco fue reconociendo a Adam, que bajaba del mirador ubicado en la parte más alta del Parque. Invitó a Matt a acompañarla, y se dirigió hacia él.

Una vez que estuvieron cerca, Adam los vio, y se sorprendió. Tanto él como Sophie sonrieron. Matt, extrañado, miró a Adam con curiosidad.

-Hola, Adam. ¿Cómo has estado? – preguntó Sophie.

- Eh… Hola, Sophie… yo… bien, ¿y tú? – respondió tartamudeando Adam.

- Bien – se hizo una pausa, luego de la cual Sophie vio la cara de curiosidad de Matt - ¡Ah! Casi lo olvidaba. Matt, este es Adam, un chico que conocí hace unos días, de una forma bastante curiosa. Adam, este es Matt, mi mejor amigo.

Ambos se sonrieron y se dieron la mano. Sophie invitó a Adam a acompañarlos, y juntos, siguieron paseando, hasta que comenzó a anochecer, momento en el que volvieron a casa.

Mientras, no muy lejos de allí, el guardia que custodiaba la entrada a las ruinas del edificio donde combatieron Blackbird y Void, escuchó extraños ruidos, y comenzó a investigar. Recorrió el lugar con una linterna y su perro. No veía nada extraño, así que siguió entrando. De pronto, su perro comenzó a ladrar desesperadamente, y se soltó de su correa. Poco después, se escuchó su aullido, pero nunca regresó. El guardia fue en su búsqueda, pero sólo sintió como su brazo comenzaba a desparecer, y su grito se ahogó en la oscuridad…

Los tres jóvenes pasaron por afuera del lugar, hablando alegremente. Desde el edificio, escondido en la oscuridad, Void los observaba y escuchaba sus palabras. Luego, se oyó sólo un susurro salir de su boca.

- Blackbird… Adam… Sophie…


Continúa...
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