26.2.09

Blackbird #4

Gift & Curse (4 de 6)
“The Gift” (Parte 1 de 3)
Historia: Rodrigo Roa.

I

Sophie aún estaba un tanto preocupada por lo que pudo haberle pasado a Blackbird. Nadie sabía con exactitud el resultado del combate entre él y Void, ocurrido en la azotea de un edificio, en el centro de Angalileo.

Ella había regresado a casa, y lo necesitaba, después de tantas emociones en un solo día. No todo el mundo podía decir que había sido secuestrada por un “supervillano”. La chica trató de evitar el contacto con las personas, al menos hasta que todo pasara. No quería responder más preguntas, ni volver a reproducir su historia, cosa que ya había hecho en más de diez oportunidades.

Por eso, trató de volver poco a poco a la normalidad, aunque le costaba. Un par de días después del combate de Blackbird y Void, Sophie aún no salía de su casa, pero ya estaba más tranquila. Se relajaba barriendo las hojas del patio, cuando de pronto escuchó que los pájaros comenzaban a cantar más fuerte. Se detuvo, y levantó su cabeza, mirando en todas direcciones.

Al fin, descubrió que entre las ramas de uno de los árboles del lugar, Blackbird la observaba. La chica se alegró de verlo, ya que al fin podía estar segura de que estaba bien. Pero luego se cuestionó, ¿por qué estaba allí?

- Hola – le dijo el defensor – No te asustes… Sólo quería… hablar.

- ¿Hablar? – preguntó Sophie - ¿Conmigo? Ni siquiera me conoces... ¿Por qué habrías de hablar conmigo?

- Es… complejo de explicar… - Blackbird hizo una pausa, en la que buscó las palabras adecuadas. Estaba nervioso, y no quería demostrarlo. Al fin, habló - Si te lo pido… ¿vendrías conmigo?

Si bien le pareció curiosa esa invitación, la muchacha sintió que le debía un favor al héroe. Mal que mal, la había rescatado de las manos de Void. Así que decidió ir, ya que no tenía nada que perder. No le temía a Blackbird.

El defensor la tomó por la cintura, y se elevó. Juntos, volaron, hasta la misma montaña donde antes había estado Blackbird, pensando.

II

Una mesa redonda alargada en el centro del lugar, daban la apariencia de estar en una corte real. Pero era lo único “real” del lugar. El resto sólo eran los restos de una vieja industria abandonada.

Varios hombres entraban al lugar, la mayoría acompañados por sus guardaespaldas. Varios otros ya estaban sentados junto a la mesa. Presidía la asamblea, un hombre vestido con lujosos ropajes, que portaba un bastón real, y con una corona sobre su cabeza, de rasgos distinguidos.

Pocos de los presentes lo habían tomado en serio la primera vez que lo habían visto. Pero pronto, las palabras del tipo, que se hacía llamar “The King”, les habían llamado la atención, por su seguridad y su inteligencia. Los había convocado allí ese día, porque decía tener “grandes planes para el bajo mundo de la ciudad”.

- Muy bien, caballeros. Todos ustedes habrán oído de mi en los últimos días, de una u otra forma – comenzó diciendo el hombre que presidía la reunión – Pueden llamarme The King… y los he convocado a todos ustedes, miembros del bajo mundo, para darles a conocer el nuevo orden que tendrán las cosas en Angalileo, y los planes que tengo para él…

- ¿“Darles a conocer”? – interrumpió uno de los jefes criminales allí presentes - ¿Quién murió, que te nombró rey?

Estas últimas palabras provocaron una risotada general en el lugar. Pero The King siguió serio.

- No quisiera… ser severo, tan pronto… - dijo, con parsimonia – Así que continuaré… y espero que no me interrumpan. Como sabrán, el gran héroe de esta ciudad, el Capitán Cometa… ya no está con nosotros. Además, su constante preocupación por las amenazas a nivel planetario y espacial, dejó que el bajo mundo de la ciudad operara con cierta… libertad… pero en silencio. Lamentable situación… Esperaba más de ustedes…

Esto enfureció a los presentes. Algunos golpearon la mesa, se inició un murmullo, y el mismo jefe criminal que había hablado antes, se atrevió a hacerlo de nuevo.

- Creo que te estás pasando de la raya, amigo. Además, ¿por qué habríamos de escucharte? – dijo, desafiante.

- Dije que intentaría no ser severo… pero realmente me sacas de mis casillas – dijo The King, con la voz más alterada que antes, y luego, con un movimiento de su bastón real, generó una descarga de energía que golpeó al jefe criminal.

Segundos después, el cuerpo del tipo estaba en el suelo, inerte, y reducido a un trozo de carne humeante.

- Creo que deberían ponerme un poco más de atención – dijo el villano, con seriedad - ¿Nos entendemos ahora?

III

Apenas llegaron a la montaña, Sophie sintió que estaba más libre. Toda la presión de la ciudad, y todas las emociones de los últimos días, parecían irse con el viento del lugar, para dar paso a la calma.

- Me gusta este lugar para meditar – dijo Blackbird – Por eso preferí que hablásemos aquí.

- ¿Siempre vienes? – preguntó Sophie, y Blackbird asintió. Luego de una pausa, la chica prefirió ir directo al grano – No entiendo por qué yo, Blackbird… ¿por qué querrías hablar conmigo?

- Verás… - dijo el héroe – Después de lo que pasó con Void… he tenido que replantearme mi opción de… ser un defensor… O todas las personas que me rodean podrían estar en peligro… Es una maldición, y si Void regresa, yo… - el defensor se detuvo repentinamente.

Sophie lo miró con curiosidad. ¿Por qué Blackbird le contaría esto? Pero a pesar de estar extrañada, decidió escucharlo y ayudarlo. Era fácil darse cuenta que necesitaba alguien a quién hablarle. El defensor siguió hablando, aunque ahora miraba hacia el piso.

- Yo… no sé si tengo el poder suficiente para proteger a la gente que me importa… ¿Sabes? Elegí ser Blackbird, porque… alguien… me inspiró con su decisión y su capacidad de hacer las cosas que le parecieran correctas… Pero no sé si yo seré capaz…

Esta vez, el defensor miró directamente a la chica, y le extendió la mano. Sophie se la dio, y Blackbird la tomó y se elevó suavemente. En su interior sabía que la emoción que sentía por Sophie era lo que le permitía volar.

Ambos estaban muy cerca, y Sophie sentía que podía ver a través de la máscara, ya que entendía los temores de Blackbird. En ese momento, flotaban suavemente sobre un acantilado, pero ella no temía. Vio pasar una hermosa ave junto a ellos, que volaba en paz. Lo observó un momento, y luego habló.

- ¿Sabes por qué pueden volar tan libres las aves? Porque no tienen miedo de caer. Como Blackbird, deberías saberlo. No lo olvides… y no tengas miedo.

El defensor recordó a los pájaros que le habían llamado tanto la atención aquel día que decidió usar una máscara. Las palabras de la chica le parecían tan bellas. Pero aún temía.

- ¿Y si no soy capaz de protegerlos? ¿Y si no puedo superar mi maldición? – preguntó el defensor.

- Pues, por el contrario… deberías estar agradecido, porque tienes un don – dijo con seguridad la chica - Un don que no todos tienen, y eso es lo que te permite hacer una diferencia… Eso es lo que te permitirá protegerlos a todos, más allá de cualquier maldición… Esa capacidad, Blackbird, es un verdadero regalo.

Bajo la máscara, Adam sonreía. Le agradeció a la chica por sus palabras, y le prometió cuidarla. Siguieron volando juntos por un rato, y luego, el defensor la llevó a su casa. Algo había cambiado en ambos en ese momento.

IV

- Este trabajo es lo que siempre quise, Sophie – le decía Matt, con un notorio entusiasmo.

La chica se alegró por ello. Matt Parker siempre había sido un genio de las computadoras, campo en el que dejaba atrás su acostumbrada timidez. Por eso estaba eufórico, desde hace unas semanas, cuando había conseguido un trabajo en la Oficina Central de Comunicaciones (OCC) de Angalileo. Esta Oficina era dependiente del Gobierno central de Eria, y estaba en cada una de las ciudades del país. La de la ciudad capital era la más importante, sin duda, ya que allí se concentraba una mayor población, y allí se procesaba la información de las otras ciudades y localidades. La OCC de Angalileo era una especie de “Cuartel General” de la información de Eria.

Hoy, el muchacho comenzaba ese trabajo. Y como era su mejor amiga, Matt Parker había corrido a contarle a Sophie. La chica había llegado hace pocos minutos, cuando Matt apareció en su casa. Apenas le contó, ella se alegró por él, y lo felicitó.

- Es un trabajo de mucha importancia, Matt – le dijo – Tendrás grandes responsabilidades allí…

- Si, pero estoy tranquilo. Es sólo un trabajo de medio tiempo… Por ahora. Si todo sale bien, espero quedarme por mucho tiempo – dijo Matt, confiado de sus capacidades.

Los dos chicos siguieron hablando amistosamente por un rato. Matt notó que Sophie estaba algo distraída, pero no le dio mucha importancia, porque pensó que aún estaba afectada por el secuestro de Void.

- Bueno, amiga… Debo irme – dijo Matt – Hoy me toca el turno de noche, así que debo estar en la Oficina en un par de horas. Nos vemos, ¡cuídate!

Al despedirse Matt, la chica lo vio caminar hasta que dobló la esquina. Pero los pensamientos de Sophie estaban completamente en Blackbird, y en lo que le parecía ver debajo de su máscara…

V

Cuando consiguió el trabajo, Matt no pensó que tendría tanto por hacer. Pero le encantaba que así fuera. Lo único que lamentaba era que tendría que quedarse despierto hasta altas horas de la madrugada, ya que le había tocado el turno de noche.

Compatibilizar sus estudios con este nuevo trabajo sería complicado, pero el dinero que ganaría, además de la satisfacción de hacer lo que le gustaba, compensaban cualquier esfuerzo.

Matt trabajaba en su propio computador. Poco a poco, el lugar se había vaciado, y ya sólo quedaban dos personas, los tres guardias, y él.

- Debo irme, Matt – le dijo uno de los que aún quedaba ahí – Nos vemos mañana.

Matt se despidió distraídamente. Estaba un tanto cansado. Se concentró en la pantalla que tenía frente a él. De pronto, comenzó a verla borrosa. Se restregó los ojos, pensando que el sueño no podía vencerlo. Pero no eran sus ojos. Súbitamente, la pantalla del computador, y la de todos los computadores del lugar, además de las luces, y todos los demás aparatos electrónicos, se apagaron.

El joven se asustó, y preguntó si había alguien cerca, para sentirse más protegido. Nadie respondió. Segundos después, el chico sintió un golpe seco en su nuca, y se desplomó.

Al poco tiempo, las luces volvieron, y los computadores se pusieron en línea nuevamente. En el lugar, los cuerpos de los tres guardias y los dos trabajadores, incluyendo a Matt, estaban dispersos en el suelo, inconscientes. Junto a ellos, varios hombres vestidos de negro, y en el centro, el responsable de todo: The King.

- Muy bien chicos… - dijo a sus hombres – Hagamos un buen uso de la tecnología… y convirtamos la ciudad, ¡en un caos!


Continúa...
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