9.4.09

Animal #6

I can’t be alone
Historia: Zirijo.

I

Nunca pensé que estar de vuelta al mundo material fuera tan difícil. Es fácil respirar, ver, correr, cazar, pero escuchar es lo más difícil de todo. Oír los gritos de la madre naturaleza a cada segundo es lo más arduo de mi regreso. Y yo, con las manos atadas por no poder inmiscuirme en problemas que son prácticamente legales para los humanos. Su posición de actuales pastores del mundo me incomoda, pero no puedo hacer nada para detenerlos. Sólo me queda confiar en que hay más personas como Timothy*, que con sus palabras pudo hacerme ver que no todas las personas son igualmente desalmadas con el entorno que las rodea.

El ver a personas como Ubamba, Delta, Doctor Neutrón y Mindreader, me da la esperanza de que no estoy solo en esta ardua tarea de defender a la humanidad de si misma. De sus intereses de poder, y de que destruyan todo lo que los rodea. Hay veces que me gusta hablar solo, hablar con los árboles, o incluso hablar con Gaia, para que todos sepan lo que la raza humana es capaz de hacer en el nombre del bienestar.

Me gustan las selvas tropicales, así es que decidí quedarme en el Congo por una temporada. Así estoy cerca de mi nuevo amigo Ubamba, y de Delta.

II

Unas camionetas interrumpen mi sueño. Van llenas de carga, por lo que logro ver. Me intriga que pasen tan al interior de la selva, por caminos prohibidos hace mucho tiempo. Puede que sean contrabandistas, o guerrilleros, que utilizan estos caminos para esconderse de sus gobiernos. Decido seguirlos, pero con sigilo.

- Esto es genial, ya falta poco para llegar al punto de encuentro, por fin podremos hacernos de la mercancía para nosotros – escucho, cuando alcanzo a acercarme lo suficiente a una de las camionetas.

- Las armas que compremos nos van a servir de mucho, así podremos hacernos del poder necesario - contesto el chofer, mientras se bajaban de la camioneta todo terreno.

Esperan un rato, y llega un camión desde el otro extremo del camino. Se detiene unos metros antes del lugar de encuentro, todo por precaución.

- Buenos días, señores – saluda un tipo de metro ochenta, y con perfil de militar.

- Hemos cumplido con nuestra parte del trato – habló ahora la mujer que lo acompañaba. Ambos tienen buen estado físico, por lo que asumo que han tenido un entrenamiento muy arduo.

- Las armas están en el camión. Ahora queremos lo que nos prometieron.

El chofer de la camioneta le hace una seña a su compañero, y éste va al vehículo en el cual venían. Saca un pequeño saco, y lo lleva a la presencia de todos. Lo abre, y de su interior saca un puñado de piedras. Son piedrecitas plomas. No encuentro el fin de intercambiar armamento por piedras.

La mujer se acerca, le pide las piedrecillas, y ésta le pasa un trozo de género húmedo. El polvo sale, y un brillo embriagador reemplaza lo opaco de la roca. Diamantes.

- Bien, no sabemos la calidad de estos diamantes, así es que queremos todo el saco por las armas – dijo la mujer, al observar la roca brillante con un objeto que puso en su ojo.

- Ese no era el trato. Unas piezas por las armas, eso habíamos hablado en el pueblo.

- Las cosas cambiaron – dijo esta vez el hombre del camión – ¿Aceptan el trato, si o no?

- Pues no, y es nuestra última palabra.

- Entonces, aténganse a las consecuencias.

Mientras decía esto, el hombre saca un arma, y dispara a ambos hombres. Cuando veo que va a sacar el arma, me dispongo a atacar, pero soy derribado por dardos tranquilizantes de considerable tamaño. Me llegan de lleno en el cuello. No sé de donde vienen, pero esto no es bueno.

Cuando despierto, estoy en la parte trasera de un camión, atado con cadenas reforzadas, y conectado a un suero que impide que esté completamente despierto. Hago el esfuerzo para poder ponerme de pie, pero el movimiento del camión, en combinación con el suero, me lo impiden. Veo unas cajas con armamento en frente de mí, y entro en razón de que estoy en el camión en el que venían los traficantes de armas. Sigo intentado levantarme, pero nada. Vuelvo a caer dormido.

III

Despierto de mi sueño, y sigo atado, ahora con unos brazaletes enormes, los cuales están unidos al piso. No puedo moverme mucho, pues la anestesia sigue haciendo efecto, y mis movimientos son torpes, y no del todo eficientes. Delante de mí se abre una puerta, que da paso a un tipo de edad indeterminable, y con lentes muy pequeños, pelo canoso y bata. Se acerca a mí con un vaso de algún licor.

- Sé que puedes entender mi lenguaje, bestia, lo deduje cuando trataste de detener a mis amigos de las armas. Muy noble de tu parte, casi parece que tienes ética.

- De… Déjame libre… quien quiera que seee… seas - pude decir a duras penas.

- Y aparte de entender, puede hablar nuestra lengua. Eres el espécimen más exótico que venderé en mi subasta de animales. Vas a ser mi joya, sólo contigo podré tener mi vejez asegurada.

- Deeetente, libérame de iiiiiiin… - caigo nuevamente inconsciente, por el efecto del suero que me suministraban. Pero antes de dormirme por completo, alcancé a escuchar.

- Jeff Hunter… un gusto en conocerte, bestia.

No sé cuanto tiempo ha pasado entre cada período de desmayo, pero cada vez que despierto, está Jeff Hunter observándome, estudiándome, especulando sobre mi. Me hace una serie de exámenes mientras duermo, de los cuales me comenta, cuando vuelvo en mí mismo.

En uno de los tantos lapsus de vigilia, Hunter no está, y el suero ya se había agotado. Alguno de los encargados olvidó cambiar el suero, lo que me permite concentrarme un poco y fingir que duermo. Cuando recupero mis energías, hace falta solo un pequeño esfuerzo para forzar los brazaletes que me tienen atrapado en esta casa. Me suelto y me pongo a investigar.

Cada habitación de este templo de la cacería tiene cabezas de bestias de todo tipo en sus murallas. Animales disecados, y de todo tipo de trofeos de caza. Este tipo es un loco por los animales exóticos, y por tenerlos en su chimenea para disfrutar de su supuesta superioridad. Logro visualizar una ventana que da al exterior. Llego a ella, y diviso la selva muy cerca de la propiedad. Salto a través de la ventana, hasta caer en el suelo. Miro el lugar donde me tenían confinado, y descubro que es un castillo. Necesito recuperarme por completo para entender todo lo que está pasando, y poder ajustar cuentas con Jeff Hunter.

Corro hacia la seguridad de la selva, y me pierdo en el follaje natural. Huyo lo más lejos posible, para poder descansar de los medicamentos, y resolver lo de los diamantes, las armas, y cómo se conecta Jeff Hunter en todo esto.

Vuelvo al lugar donde asesinaron a los sujetos de los diamantes. No hay nada, sólo el olor a sangre que queda en el suelo. Hicieron un trabajo de limpieza antes de irse. Borraron huellas, y cubrieron la sangre de esos tipos con un supuesto atropello de una serpiente. Sólo me queda seguir el camino, y llegar a una pista anterior. Encuentro una huella de neumático que puede servirme, y la sigo. Tengo cuidado de no ser visto, y continúo por el borde del camino. Siento voces y olores de personas, muchas personas. Subo a la copa de un árbol, y logro divisar un pueblo a las faldas de un monte. El monte está muy cerca, y hay constante tráfico, por lo que alcanzo a ver.

Decido investigar, así es que rodeo el pueblo, y me dirijo al monte. Ahí hay una caverna, donde entran muchos trabajadores, con condiciones mínimas de seguridad. Por lo que deduzco, aquí es de donde extraen los diamantes. Se escuchan unos disparos. Hay problemas.

IV

Me es imposible no intervenir. Hay personas en peligro, y son los mismos humanos los que los están atacando. Sin vacilar, me lanzo a detener a un grupo de sujetos que intimidaban con sus rifles a los trabajadores de la mina de diamantes. Llego corriendo, ya que las drogas ya no me afectan. Los tipos tratan de dispararme cuando me ven a la distancia, pero están tan asustados, que no aciertan con ninguna bala.

- ¿Qué está pasando aquí? – los interrogo mientras les quito las armas.

- No nos mates, bestia, no queríamos hacer esto.

Todos dicen lo mismo cuando me ven. Lo interrogo, y logro hacer que uno me diga lo que sucede. Estas son tierras que descubrió Hunter, en una de sus cacerías. Contrató a toda la aldea para que extrajeran los diamantes, prometiéndoles progreso y mejores condiciones de vida. Se entregaron por completo a la extracción de diamantes. Adiestró a algunos hombres, para que nadie se resistiera al “progreso”. Pero, ¿qué tiene que ver Jeff Hunter con esas armas? ¿Para que las querría, si tiene tanto dinero, y puede comprar a estos tipos para que vigile su mina? Son preguntas que me vienen a la cabeza, y no tienen respuesta lógica.

Mientras interrogo a estos aldeanos, escucho a la distancia una camioneta a toda velocidad. Dejo que se vayan, y entro a la caverna para que no me vean. La camioneta se estaciona en el pueblo, lo que me da tiempo para entrar y visualizar la cantidad de trabajo invertido en esta cueva. Uso mi habilidad de murciélago para generar ondas sonoras, que me permiten “ver” en la oscuridad. Los pasillos se extienden hasta muy profundo dentro de la cueva. El sudor de miles de personas queda impregnado en estas murallas. Lágrimas de esperanza en este trabajo que solo trae ambición. Explotación indiscriminada. Es el mismo episodio en todos lados.

Sin poder preverlo antes, un fuerte sismo sacude la cueva. Un grito de dolor se siente en cada movimiento de la tierra. Podía distinguir la voz de alguien en cada pedazo de tierra que cae en la cueva. “Tengo que salir de aquí”, pienso inmediatamente. Pero ya es demasiado tarde. Las paredes de la caverna están en el suelo, y sólo quedan pequeños espacios donde poder estar de pie, ya que algunas de las fuertes vigas detuvieron la caída del techo. En uno de esos espacios, alcancé a resguardarme. El oxígeno era cada vez menor, y la duda no me dejaba pensar con claridad. ¿De quién era la voz que escuché en el terremoto? ¿Alguien estaría en problemas? Y más dudas se venían a mi mente, mientras usaba las habilidades del topo para poder encontrar la salida a la cueva.

Excavo. Excavo profundo y sigo los sonidos, sabores y olores que dejó la superficie. Cuando ya estoy fuera, la luz no me permite ver inmediatamente a quien me esperaba. Un dardo llega directamente en mi brazo. De un segundo a otro la luz me empezó a molestar de sobremanera, me irrité, el dolor del brazo, el esfuerzo por salir de la cueva, la duda por los gritos que escuché en la cueva, todo comenzó a nublar mi mente. La ira dominó mi mente, mi sangre comenzó a correr más rápido y fuerte por mi cuerpo, mi temperatura corporal subió, y me convertí en un ANIMAL.

V

Todo lo que puedo decir es que estaba enojado. Gracias a Delta pude reconstruir lo que sucedió después de que Jeff Hunter me disparara un “dardo de la ira”. El maldito quería que no pensara.

Me volví loco. No sabía a donde ir. Y comencé a gruñir, como un león, aterrorizar a todo quien me rodeara para estar solo. No podía distinguir a nada ni nadie. Sombras corrían a mí alrededor, y no podía hacer nada más que mirar, gruñir y alzar mis brazos para defenderme. Otro dardo me dio en la espalda, y eso fue la gota que rebalsó el vaso. Corrí en círculos, desorientado y sin poder defenderme, caí en otra de las trampas que habían puesto antes del terremoto. Una cuerda, no se de que material, me amarró al piso, aumentado mi desesperación y mi furia. Todo quien se acercaba caía, víctima de mis garras. Pero sólo una sombra mi intimidó. Era Jeff Hunter, que se paró frente de mí, sin miedo, para burlarse de mí.

- Por fin te veo como lo que eres – dijo al fin – un ANIMAL, salvaje e indefenso. La primera vez que te vi, no sabía qué eras, y no dudé en ningún momento en cazarte. Interrumpiste mi cacería, pero te agradezco, ya que me diste la posibilidad de probar mis habilidades una vez más. Estos imbéciles querían rebelarse, para tomar los diamantes para ellos solos… diamantes de mi propiedad, claro. Pero cuando estaba a punto de descubrir que negociaban con mis propios encargados de seguridad, apareciste tú… ¡oh, magnífica bestia! Eres lo único en el mundo que no he cazado jamás, y ahora me diste la oportunidad perfecta para tenderte esta trampa.

Yo no sabía que hacer. Estaba indefenso ante un tipo que solo sabía de pensar en diferentes formas de hacer caer una presa en sus trampas.

- Y ahora estas aquí, a mis pies – continuó – como un cachorro que no sabe dónde está, o por qué llegó ahí. Como te había dicho antes, no escaparás a ser vendido en mi subasta. Me harás famoso y millonario.

Mientras decía esas palabras, sentí un aroma familiar, traído por el viento. Las brisas eran cada vez más fuertes, y el sombrero que usaba Jeff Hunter voló por los cielos. Un tornado se formó de la nada y se llevó todo lo que no estuviera pegado al piso. Jeff Hunter hizo un par de movimientos y tomó su rifle. Podía ver la figura de una mujer acercándose a través de su mira. Disparó sin pensarlo mucho, pero las ráfagas de viento se incrementaron tanto, que el dardo que disparó Hunter se desvió de su blanco. Disparó, pero ahora en otra dirección, siguiendo al viento, intentando utilizarlo para darle a femenina figura. Sin embargo, nada podía atravesar la pared de vientos que la rodeaban.

La mujer hace un movimiento con su mano, y de repente la tierra se mueve. Rocas golpean a todos los ayudantes de Jeff Hunter, mientras que el viento las movía para aumentar la intensidad del golpe. Jeff recibió varios de esos golpes directamente en la cara, dejándolo inconsciente a mi lado. No hice ningún movimiento, hasta que la mujer llegó a mi lado. Delta había acudido a mi rescate, luego de sentir que mi esencia había perdido contacto con la suya. Habíamos hecho un contacto espiritual después de lo de Pershing. El Doctor Neutrón insistió en unos transmisores, y Delta aceptó uno para ella, pero yo no podía traer uno adonde fuera. Así que ella hizo un pequeño ritual, y sentimos como nuestras esencias se sentían la una a la otra.

- Te sentí desaparecer hace unos días, así que vine a ver que sucedía. Sentí el sismo, y volví a sentir tu presencia por estos lados. ¿Cómo te sientes?

No pude hace nada más que maullar.


Fin…
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Epílogo y Prólogo.

- Gracias, Delta. Me salvaste de ser una bestia para siempre – le digo mientras estamos en la mitad de la selva.

- No te preocupes, para eso están los amigos – me responde, mirándome directamente a los ojos – Además, Jeff fue formalizado por robo a la República del Congo. Va a pensarlo dos veces antes de explotar una mina de diamantes que pertenezca al gobierno.

- Espero que sea por un largo rato. Ese hombre debe tener los mejores abogados que el dinero sucio puedan comprar.

- Por lo menos no explotará a más personas.

- Eso es cierto.

-A todo esto… – digo, interrumpiendo mis pensamientos sobre Jeff Hunter - cuando volví a sentir tu esencia, perdí la de Ubamba. Estaba un tanto lejana, pero de un momento a otro, desapareció. Preferí no decirte antes, para que no te preocuparas.

- Cuando ocurrió el terremoto, sentí gritos, y luego perdí todo rastro del mundo. Ahora que lo dices, tampoco siento a Ubamba.

- Esto no tiene buena cara. Debemos ir a ver que sucedió con él. Es parte del “equipo”.

- ¿Qué equipo? –le pregunté a Delta, con cara de pocos amigos.

- El equipo. Ya son dos las veces que te veo, y salvamos el día… eso quiere decir algo en mis tierras. Estamos destinados a estar juntos de alguna manera. Ubamba está metido en problemas, y tenemos que ayudarlo – dice ella.

- Tienes razón. Es necesario contactarse con Mindreader y el Doctor Neutrón. Ellos nos ayudarán a encontrar a Ubamba.

- Pero Neutrón está en Centroamérica, en una de esas conferencias donde lo conocimos.

- Llegará, estoy seguro que llegará. Mientras, yo iré a ver si encuentro el pueblo de Ubamba. Ellos me contactaron la última vez, puede que lo hagan de nuevo.

- Muy bien, “jefe” – dice, mientras ríe.

La miro, y río también. Esto del “equipo” me dio una idea. No podemos andar solos por ahí, arriesgándonos a que sucedan cosas como las que me sucedieron a mí. Somos una “manada”… Pero tampoco tenemos el derecho a interferir en las vidas de las personas. Vigilaremos, seremos quienes miren desde un punto más lejano a los hombres. Espero que esta idea resulte. Espero que seamos buenos CENTINELAS.


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*Ver Animal #1


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