29.4.09

Star Crusade: Segundo Contacto

“Contactos” (2 de 3)
Historia: Rodrigo Roa.

I

- La Energía Cor tiene un potencial increíble. Un solo cristal de esos que flotan actualmente en el espacio, es capaz de dotar de gran poder a quien lo posea – explicaba Lorgann a los otros miembros del Consejo, que escuchaban con atención – Es por ello que debemos recolectarla y contenerla, como medida de seguridad. Nadie debe apropiarse de ese poder, y mientras decidimos que sucederá con los cristales, debemos resguardarlos.

- ¿Qué medidas ha tomado la Policía? – preguntó Rasek, representante del planeta Qhars.

- Pues, ellos ya están en acción – respondió Lorgann - Han construido una serie de instrumentos de recolección, unas cajas contenedoras especialmente diseñadas para recoger cristales de Energía Cor. Las llaman “StarBoxes”.

- ¿Y qué es lo siguiente que haremos nosotros? – preguntó Nnal, representante de Dirón.

- Necesitamos apoyo. Debemos actuar rápido, y saber con exactitud lo que ocurre – dijo el líder del Consejo – Es por ello que ya estamos contactando a algunos que nos ayudarán… Ahora, necesito que dos de ustedes me acompañen a la prisión. Pase lo que pase, debemos asegurarnos que la tranquilidad se mantenga en ese lugar.

Tras dar por finalizada la sesión, Lorgann se dirigió a la salida del salón. Pero antes de que los demás miembros se dispersaran, se detuvo, se volvió a ellos, y dijo con voz grave y segura, la advertencia que más le preocupaba.

- Una última cosa. Nuestra prioridad será que nada de esto se sepa en la Tierra. Ese planeta no debe ser perturbado de nuevo, así que impediremos que ocurra cualquier clase de involucramiento. Nadie debe saberlo en la Tierra, y nadie debe acercarse a ese planeta, ¿entendido?

Los miembros del Consejo asintieron. Una vez que los vio seguros, Lorgann se retiró.

II

Eburan, Sistema Alcíone de las Pléyades, constelación de Tauro.

El mundo de Sardvigan vivía uno de esos días normales, donde parece que nada de lo conocido cambiará. El planeta Eburan era hermoso, y sus habitantes, los eburanis, eran admirados en varios mundos, por su belleza. Pero para ellos mismos, acostumbrados a ver todo esto a diario, todo era “normal”.

Sardvigan llegaba de regreso a su hogar, mientras leía un libro, a través de los dispositivos conectados a sus sienes. En casa le esperaban su madre y su hermana. Entró, y tras saludarlas con cariño, se dirigió a su habitación, a cambiar sus ropas para cenar.

Al abrir la puerta, notó que había algo distinto adentro. Una gran luz le daba una tonalidad azul a su habitación. Entró, y allí vio la hermosa figura de una mujer, con una mirada que brillaba, y su cuerpo completamente iluminado. Poco a poco, se materializó, y dio paso a alguien que Sardvigan reconoció.

- ¿Semjase? – dijo el eburanis - ¿Qué haces aquí?

La representante de Eburan en el Consejo, Semjase, se había materializado frente al hombre que era conocido a través del universo como Capitán Estelar.

- Sardvigan, Capitán Estelar. El Consejo requiere de tus servicios en una materia de suma importancia. El universo está en una situación delicada, y tú has de ser el héroe que necesita.

III

A través de las estrellas, la escena ocurrida en la habitación de Sardvigan se repetía. Los defensores del universo eran reunidos por los miembros del Consejo InterPlanetario, con la misión de apoyar a la Policía en la recolección de los cristales de Energía Cor, y en la investigación que buscaba a aquellos que la estaban recolectando.

No podían dejar ningún cabo suelto, y por eso confiaban esta misión a los héroes que ya conocían, aquellos que habían demostrado su valor en el pasado.

En el planeta Surn, Arak convocó al héroe mítico de ese mundo, Var-Sokk, quien junto a su espada legendaria se puso al servicio del Consejo.

En el planeta Uda, Nishke fue requerido por Cludvor. De inmediato, el defensor viajó a reunirse con sus compañeros en esta misión.

La Policía estaba dedicada completamente a la recolección de los cristales. Se dividían en escuadrones, y viajaban a través de la galaxia, donde descubrieron que la nube se había dispersado mucho más de lo que pensaban, y había llegado incluso a planetas “cercanos”.

Overtaker los instruyó claramente acerca de que nada debía llegar a la Tierra: ni información, ni los mismos cristales.

Pronto, los héroes convocados se unieron a las patrullas, y la operación se intensificó. Aún no sabían si enfrentarían algún tipo de problema, pero más valía estar preparados…

IV

- El Capitán Estelar es el último de los Capitanes que sobrevive en el universo – le explicaba Semjase al héroe de Eburan – el legado del Capitán Cometa y los demás, debe perdurar en ti.

La Consejera le había contado la situación al héroe. Le había explicado cómo la batalla del Capitán Cometa con los guerreros más fuertes del universo había tenido importantes consecuencias, y por qué debían contener la Energía Cor que ahora vagaba en el espacio. Pero había algo importante que el defensor aún debía saber.

- Necesitamos de ti, Sardvigan de Eburan, porque necesitamos de tus poderes… Eres el último portador de un “Núcleo” en el universo… Y tu Núcleo Estelar es muy valioso en esta situación…

- ¿Por qué lo dices, Semjase? ¿Por qué mi Núcleo? ¿Por qué no me dan simplemente una StarBox, y ya?

- Cuando el Capitán Cometa enfrentó a los guerreros de Tharabas, en Oort, demostró la capacidad del Núcleo para absorber la energía Cor… Tu Núcleo Estelar es capaz de hacer lo mismo… Los poderes que posees, son únicos, y nos permitirán contener mayor cantidad de Cor, en menor tiempo. Sardvigan, el Núcleo te permite absorber la Energía Cor de esos cristales, y almacenarlo dentro de él.

- Pero haciendo eso… - preguntó el defensor – Absorberé poder…

- Así es… - respondió la Consejera – Y si lo haces, te convertirás en el ser más poderoso del universo.

Sardvigan lo pensó un momento. Era demasiada responsabilidad. No sabía si sería capaz de controlar algo así.

- No quiero ese poder… - respondió.

- Te hemos elegido, además, porque creemos que sí eres capaz. Confiamos en ti – le dijo Semjase.

Al defensor no le quedó otra opción. A pesar de su miedo, Semjase tenía razón: debía responder al legado de los Capitanes, como el último sobreviviente de ellos. Aceptó ir, y se despidió de su familia, prometiéndoles regresar sano y salvo.

- No debemos perder tiempo, Sardvigan – dijo Semjase – Debes viajar en la nave que he traído para ti, y seguir rápidamente el itinerario que se te ha encargado. Visitarás varios mundos, y no debes desviarte por ningún motivo.

- Entiendo – respondió el eburanis, con seguridad.

Elevó su mano, y tras un resplandor de luz, se transformó en el Capitán Estelar. Semjase le deseo lo mejor, y se desvaneció. Abordando la nave del Consejo, el defensor de las Pléyades partió, en una cruzada por las estrellas, que lo llevaría por rumbos impensados…

V

La nave del Capitán Estelar salió de Eburan a toda velocidad. Dejaba atrás su planeta, sus seres queridos, y adelante sólo veía la oscuridad del espacio, y el brillo de las estrellas.

Mientras ajustaba los controles, para lo que sería un largo viaje, pensaba en su viejo amigo, el Capitán Cometa. Tenía que ser como él. Sólo así no tendría miedo, y podría ser el héroe que el universo necesitaba. La nave seguía recorriendo el espacio, y la cruzada recién comenzaba.

Sin embargo, no era la única nave que viajaba por el sector. Desde el planeta Tarkos, en el sistema Aldebarán, otro vehículo espacial, más pequeño, salía siguiendo la misma dirección, aunque un par de años luz más atrás.

Dentro de él, un hombre sanguinario, que se hacía llamar Soulblade. Su propio viaje comenzaba, y su objetivo era uno sólo: detener al Capitán Estelar…


Continúa...
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