18.7.09

Star Crusade #2

“El Pasado que Condena”
Historia: Rodrigo Roa.

I

“Anthil siempre fue un planeta que acogía con calidez a los viajeros. Pero hoy no. Los años han pasado, y las cosas han cambiado. El pasado tiene formas curiosas, visto con los ojos del presente.

Mi planeta se ha convertido en un lugar lleno de odio, y los objetos de odio hemos pasado a ser nosotros mismos, hermanos de raza y lengua, como consecuencia de los errores de otros, distintos, venidos de las estrellas.

Incluso mi nombre es odiado ahora. Arubal es como me llamo y me llaman, clasificándome en la categoría más baja, esa de los monstruos con los que asustan a los pequeños.

Para mi mundo, todo comenzó hace algunos años, cuando las naves del Consejo InterPlanetario rodearon el planeta, bloqueándolo, y declarándonos en estado de sitio. Nos involucraron en una guerra que no tenía nada que ver con nosotros, e hicieron un daño irremediable. Los que llegaron después, terrícolas, de un planeta distante ubicado en el Sistema Solar, ya fueron repudiados. Pasamos poco a poco, de ser un lugar cálido con los extraños, a ser un lugar de desprecio, cuya atmósfera se convertiría en una barrera, donde no serían bienvenidos.

Para mi, todo comenzó hace algunas semanas. Antes de eso, yo era sólo un habitante más de Anthil, me preocupaba la Historia, y dedicaba mis días a escribir y conservar nuestro pasado. Me retiraba a lugares especiales para mí, distintos, inspiradores y solitarios. Fue aquí, en los campos de brea ardiente, que rodean la ciudad, donde me di cuenta de nuestro cambio. No podía creer lo que estaba escribiendo… Un estado totalitario, basado en el control de cada uno de nuestros movimientos, y sobre todo, una persecución violenta hacia cualquier ser viviente que atravesara nuestra atmósfera… torturas, armamento pesado… Eso no era lo que esperábamos para nuestro mundo.

Pero mi reflexión acerca del mundo quedó inconclusa, por la misma razón que nuestra armonía como planeta lo hizo: algo que llegó desde el cielo.

Una estrella fugaz, fue mi primer pensamiento. Deslumbrado por la luz y la belleza, seguí su recorrido sin percatarme de su dirección. Su brillo aumentó hasta enceguecer mi vista, y también mi razón… Sólo reaccioné cuando el impacto del pequeño cristal en el pozo de brea hizo un ruido violento, y cuando fue demasiado tarde para huir.

No podría describir lo que sentí cuando la gran ola de brea líquida y la luz del cristal tocaron mi cuerpo. Supongo que fue similar a lo que me provocaba la situación de mi mundo: repulsión, dolor, impotencia…

Tres días después, y con mi cuerpo transformado en una horrible masa de brea y rocas, volví a la ciudad. La policía me detuvo, acusándome de ser un alienígena, persiguiéndome sólo por cómo me veía… sin saber todo lo que hice antes, sin saber quien soy dentro de este cuerpo, debajo de la aberración visual.

Mis nuevos poderes, la fuerza, la velocidad… Me permitieron escapar, pero me han aislado para siempre. Sé que mientras escribo estas líneas, me buscan, pero he decidido volver al lugar donde comenzó mi nueva vida. Aquí esperaré a lo que siga en la historia… y lucharé si es necesario, porque mi mundo, ya no es lo que se suponía que fuera.

¿Podré enderezar la historia del mundo que me rodea?

Esperen… En el cielo… Un nuevo resplandor, mucho más grande, entrando en la atmósfera… ¿se repetirá la historia?...

También escucho pasos a la distancia… alguien más viene…”

II

“No sé como todo cambió tan repentinamente. Es curioso que esto pase cuando no lo esperas, y que en cambio, en otros momentos, cuando todo indica que algo pasará, el tiempo se detiene para permitirte seguir adelante.

El pasado es el que me hace sufrir. La nostalgia se apodera de mi cada vez que algo se transforma.

Ya no soy Will Bowman. Pero quiero mi vida de vuelta. Susan… ¿Qué nos pasó?... O debería preguntar, ¿qué me pasó?

Avanzo por una calle del barrio donde ella y yo compartimos tantos momentos… Mis manos aún brillan, y mi cuerpo aún se siente extraño. Hay algo que me dice que ya sé lo que ha pasado, y cuanto he cambiado… Me acerco a un vehículo… Lo tomo, y me doy cuenta de que mi nueva fuerza adquirida, me permite levantarlo…

Recuerdo hace años… algo que quizás me pueda señalar el futuro… Un día en el que todo pareció cambiar en un instante.

No recuerdo por qué estaba allí, pero en el centro de la ciudad estalló un combate entre un villano y un héroe… el Capitán Cometa… si, lo recuerdo muy bien. Susan y yo caminábamos, cuando el ruido comenzó a acercarse, y los trozos de concreto comenzaron a caer cada vez más cerca.

No pasó ni un minuto, cuando un vehículo fue levantado del suelo, y lanzado a gran distancia por el villano, justo en dirección a nosotros. Por unos segundos, apreté con más fuerza que nunca la mano de Susan, y ella cerró los ojos. Sentí realmente que esos eran los últimos momentos de nuestras vidas. En parte tenía miedo, pero también en parte, estaba agradecido de pasarlos junto a ella.

Pero fue ahí cuando el tiempo se detuvo. Literalmente. Ver una máquina de varias toneladas prácticamente flotando en el aire, sostenida sólo por las manos de un hombre, es una imagen única, increíble, casi reveladora.

Me pregunto hoy, mirando hacia el pasado… ¿es eso lo que la vida quiere de mí? ¿Son mis… habilidades… una señal del camino que debo seguir?

Como el hombre que me salvó ese día. Usar mis poderes, para proteger, para luchar… Para lograr cosas increíbles, como las que él lograba… ¿Es ese mi nuevo destino?

Susan, te necesito para encontrar una respuesta… Camino hacia su casa, como lo hacía antes… pero esta vez, estoy lleno de miedos… lleno de dudas…”

III

La primera parada estaba frente a él. Su nave se dirigió hacia el planeta Anthil, sin sospechar nada de lo que pudiese encontrar dentro de él. Sólo conocía referencias a los Thilars, sus habitantes, como un planeta amistoso para los viajeros, pero que a pesar de ello, había sufrido durante la anterior crisis universal.

Tras un largo viaje, el Capitán Estelar al fin podría pisar tierra firme, y recrear su vista, que ya se acostumbraba a la oscuridad del espacio.

Sin embargo, mientras su nave se veía como un objeto luminoso en el cielo de Anthil, un gran escuadrón de la policía local, armado hasta los dientes, se aproximaba a su objetivo: en los campos de brea ardiente, un fugitivo, un alienígena para ellos, el monstruo conocido como Arubal.

Arubal trató de ocultarse, pero ya era tarde. Un ataque directo con armas pesadas lo sorprendió, y no le quedó otra opción, más que defenderse.

La nave del defensor de las Pléyades aterrizó minutos más tarde, a pocos metros del lugar donde se libraba la batalla entre los policías y el monstruo. De inmediato, al oír el ruido de un combate, el héroe voló hasta el lugar, pero fue recibido con algunos disparos, que lo hicieron detenerse.

- ¡Alto ahí! – gritó el primer policía que lo vio, para que lo oyera el recién llegado, y también sus compañeros - ¡Un alienígena! ¡Y ahí está la nave que avistaron en el Centro de mando! ¡Estás detenido!

Todos miraron con desconfianza al Capitán Estelar, y en gran número, los policías se acercaron, acorralando tanto al monstruo como al héroe. Una vez que los apuntaron con sus armas, no existía escapatoria para los perseguidos…


Continúa...
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