10.9.09

Arcángel #4

“Gangs War” (Parte 1 de 3)
Historia: Rodrigo Roa.

I

En el Museo Geológico de Delta City, los guardias de seguridad yacían inconscientes en el piso, mientras el criminal conocido como Bloodface se acercaba, confiado, a su objetivo: robar el precioso diamante que allí se exhibía.

Con un trabajo casi perfecto, había llegado hasta ahí, sin que siquiera la alarma hubiese sonado. Se preparó para dar el siguiente paso, y observó cuidadosamente sus movimientos.
Extendió su brazo, y en ese momento sintió que la victoria estaba segura.

Pero de pronto, algo lo golpeó con fuerza, y lo derribó. Un extraño humo comenzó a llenar el salón, y la alarma comenzó a sonar.

Bloodface se incorporó, y vio que frente a él, una extraña mujer corpulenta se acercaba. Desde otra dirección, una risa alocada hacía eco en el lugar. Pocos segundos después, el villano identificó esa risa.

- Arlequín, ¿qué demonios haces aquí? – le preguntó, enojado.

- Jajaja… ¿No es obvio, mi olvidado amigo? – dijo, con su voz crispante – Hemos venido por la mercancía… ¡Chicos!

Haciendo sonar sus palmas, otras siluetas aparecieron en medio del gas.

- Déjame presentarte… – continuó el payaso – a mis nuevos asociados… ellos son… ¡El Circo de la Sangre!

Junto a Arlequín, cinco extraños individuos rodearon a Bloodface. El payaso los presentó como el Domador, un hombre con un látigo y acompañado de un gran león, el Hombre de Goma, un sujeto muy delgado y muy plástico, la Mujer Barbuda, que ya lo había golpeado con su fuerza descomunal, y los payasos Risa y Sonrisa, sanguinarios asistentes del líder del grupo, Arlequín.

Bloodface se irritó por la interrupción, y las venas y arterias de su rostro adquirieron la tonalidad rojiza y oscura a la que le debía su apodo. Realmente era como si sangrara por la ira. En ese momento, Arlequín dio una orden, y sus aliados avanzaron hacia el villano, mientras la alarma del Museo seguía sonando.

Pero el ruido de un vidrio quebrándose sorprendió a todos. Un gran número de trozos de vidrio cayó desde el techo, y cuando alzaron la vista, todos los presentes apreciaron cómo desde el cielo descendía la figura de Arcángel.

- ¡Deténganse ahora mismo! Vendrán conmigo… - dijo el defensor, desafiante.

- ¡¡HAHAHA!! – rió sonoramente Arlequín – ¡Lo que faltaba para completar el circo! ¡Ahora sí que están todos los especímenes! ¡HAHA!

Arcángel descendió, y frunció el ceño ante las burlas del payaso. De inmediato trató de atacarlo, pero algo detuvo su mano. Se volvió, y tras de él, el Domador lo sujetaba con su látigo.

- Adelante, muchachos. Saquen la basura, y recojan el trofeo, que se nos hace tarde – ordenó Arlequín.

Antes de que pudiese reaccionar, la Mujer Barbuda empujó al defensor con fuerza, derribándolo. Arcángel trató de golpear de vuelta, pero un movimiento rápido del Hombre de Goma lo bloqueó, y una vez más quedó a merced de la Mujer, que lo golpeó en el rostro.

Cayendo sobre algunas vitrinas del lugar, Arcángel cedió valiosos segundos, en los que Arlequín lanzó pequeñas bombas de humo y gases. Aprovechando la confusión, Risa y Sonrisa noquearon a Bloodface, y lo cargaron, inconsciente.

- ¡Vámonos, ahora! – gritó el payaso, y todo el Circo de la Sangre corrió en dirección a una salida alternativa, llevando consigo a Bloodface.

Arcángel se repuso, justo en el momento en que la policía de Delta City hacía su ingreso.

- ¡Alto ahí! – gritó uno de los oficiales – Sal con las manos en alto.

- No tengo tiempo de explicarles… - dijo Arcángel, y de inmediato se elevó y emprendió la huida, a pesar de que se daba cuenta de que esta confusión podría traerle problemas.

Pero la duda más grande que rondaba en su cabeza era, ¿por qué Arlequín querría secuestrar a Bloodface?

II

En un callejón de la ciudad, dos miembros de la pandilla conocida como los Perros de la Calle corrían en dirección al escondite del jefe de los bajos mundos de Delta City, y líder de la organización criminal llamada Nest: Serpentario. Una vez que llegaron a él, el villano los interrogó de inmediato.

- Ustedes, Perros de la Calle, han decidido ponerse bajo mis órdenes, y han sido muy útiles en estas semanas, sobre todo cuando hemos intensificado nuestras operaciones… - dijo, con su voz sibilante - … y ahora vienen a mí a pedirme un único favor, a cambio de su fidelidad… ¿Cuál es esa cosa que les molesta, y de la que piden que me encargue?

- Señor Serpentario… - dijo uno de los Perros – No queremos faltarle el respeto con nuestra petición… pero hay un hombre que se ha burlado de nosotros, y queremos deshacernos de él de una vez… Su nombre es Jeremiah Burke.

- Mmm... Muy bien. Parece un trabajo menor… Haré que mis hombres se encarguen… - el villano hizo una pausa – Y díganme, ¿dónde encuentro a este tal Jeremiah Burke?

- Según hemos averiguado, él se ha ido a vivir al Domo de Delta City, su lugar de trabajo.

- Jajá… ¡Qué interesante! Ese Domo es un lugar de difícil acceso… Será divertido… - la sonrisa de satisfacción de Serpentario era escalofriante – Pues… ¡considérenlo hecho!

III

- ¿Cómo dejaste que escaparan? ¡Y además, la policía te culpará a ti! – reclamaba Angela Jamseck, tras oír la narración de Arcángel.

Una vez en el Domo de Delta City, el defensor se había asegurado de que su abuela y el pequeño Joshua estuviesen bien. Tras aceptar la oferta de Angela, Jeremiah había decidido mudarse al Domo junto a sus seres queridos, por la seguridad que ofrecía el lugar.

- Todo fue muy confuso… Y no me importa lo que piense la policía de mí. Prefiero ser efectivo antes que aceptado.

- Jeremiah… entiéndelo… el apoyo de la policía es importante… - trató de explicarle la mujer.

- La policía puede seguir su camino, y yo seguiré el mío – interrumpió el joven – Ahora, si me disculpas, debo seguir buscando a esos payasos.

Sin volverse, el testarudo Jeremiah se puso la máscara de Arcángel una vez más, abrió sus alas, y salió volando.

Angela, como cada vez que hablaba con él, quedó con cierto sentimiento de frustración. Jake Stone, su fiel asistente, que observaba la escena, se acercó a ella.

- Señora Jamseck… Quizás… Jeremiah es demasiado joven e inmaduro… ¿Está usted segura de que escogió bien?

- Sólo el tiempo lo dirá, Jake…

El nuevo Arcángel, lleno de ira como era su costumbre, buscó durante horas alguna pista, sobrevolando la ciudad una y otra vez, y acudiendo a lugares clave, donde podría encontrar alguna información. Sin embargo, no encontró nada, y todo lo relacionado con el ataque de Arlequín y el Circo de la Sangre, seguía siendo un misterio.

IV

La noche cayó sobre la ciudad, y las personas comunes y corrientes se refugiaron en sus casas, como todas las noches.

En las calles, las pandillas tenían cierta libertad para actuar, y la policía debía desplegar todo su esfuerzo para que las cosas conservaran un relativo equilibrio, ya que era lo único a lo que podían aspirar. Esa noche, sin embargo, las actividades de Nest se habían incrementado, y los desordenes eran diversos a través de la ciudad.

El Domo, reconocido como un lugar de alta seguridad, cerró sus puertas, y sus sistemas de vigilancia comenzaron a operar con toda su capacidad.

Jake Stone era el hombre encargado de la operatividad de los sistemas que él mismo había creado, y esa noche seguía su rutina, atento a que todo siguiera con normalidad.

La idea de que Arcángel tuviera un carácter tan difícil de tratar seguía dando vueltas por su cabeza… ¿y si Jeremiah Burke no era el indicado para asumir esa tarea? Quizás Angela debió tomar la otra opción, y elegirlo a él… ¿Por qué lo había descartado? Sentía que era injusto, tras todo el tiempo de trabajo fiel que él le había entregado a su familia…

Pero sus pensamientos fueron interrumpidos por un ruido que no esperaba oír. Tres hombres, vestidos con la vestimenta típica de Nest, habían sobrepasado el perímetro de seguridad, y trataban de forzar una de las entradas del Domo.

- ¿Cómo pudieron pasar? – se preguntó Jake Stone, en voz alta, alarmado. Sin saber a quién recurrir, decidió tomar cartas en el asunto. En el fondo, quería demostrar que también era capaz de pelear… y que él hubiese sido el Arcángel ideal.

Tomando un arma de fuego que tenía escondida, se dirigió a la entrada del Domo, a enfrentar a los tipos.

Se acercó sigilosamente, y vio a los tres hombres. Apuntó, y se decidió a apretar el gatillo. Era el momento de probar su valentía: nadie burlaba sus sistemas de seguridad.

Una vez que los tuvo en la mira, respiró hondo, y disparó. Pero justo en ese momento, una silueta descendía con violencia desde el cielo, y golpeaba a los pandilleros. El sonido del disparo se escuchó en todo el lugar, y el grito de un hombre le provocó escalofríos a Jake Stone.

Los pandilleros huyeron, asustados por el ruido y confundidos por la situación. Pero Jake no les prestó mayor atención, porque no podía salir de su estupor.

No podía creer lo que veía. La bala que buscaba detener a los hombres que intentaban entrar al Domo, se había incrustado en el cuerpo del hombre que había llegado en ese exacto momento a detenerlos. Arcángel cayó, herido, y su sangre manchó el piso del lugar…


Continúa...
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