31.10.09

Fuego #7

Cenizas (3 de 3)
“Justin”
Historia: Zirijo.

El menor de los integrantes de la Familia de Fuego, junto a su mayor enemigo, ha emprendido un viaje para descubrir lo que significa ser fuerte. Abandonado a su suerte, Justin Smith ha dejado todo lo que lo ataba a su antigua vida, y ha comenzado la aventura que lo definirá como el nuevo Hombre de Fuego.

I

- Escorpión, ¿por qué vamos a la cordillera? – preguntó al fin Justin, luego de comer.

- Porque ese es mi hogar.

Ninguno siguió hablando. Justin quería saber cómo, cuándo y por qué Escorpión había decidido dejar su pueblo, escondido en las montañas, e ir tras el Hombre de Fuego. Pero no se atrevía, ya que al ver el rudo rostro de Escorpión, era fácil entender que no quería hablar.

Luego de dos noches de caminata, Escorpión sintió que el frío de la noche del desierto era mayor que el de costumbre.

- Algo no está bien – comentó Escorpión, mientras miraba en todas direcciones.

- Ahora tienes paranoia… - reclamó Justin, que no tenía idea de lo que estaba pasando.

Escorpión no cambió de parecer, y siguieron avanzando. En un momento, el guerrero miró el cielo, y vio que la constelación del Escorpión estaba llegando a la cima de la montaña.

- Hay que apurarnos… deberemos caminar de día también – ordenó, mientras que Justin se preparaba para cavar su “cama”.

- No puede ser… moriremos de calor y sed – dijo Justin, pero no obtuvo respuesta de parte de Escorpión, que continuó caminando.

De día, el calor acosaba las mentes de estas almas errantes. Mientras que Escorpión luchaba para mantener la seriedad, Justin peleaba para mantener la cordura.

- ¿Quién diablos eres? – preguntó Justin, en un momento de divagación.

Escorpión esperó un minuto, y comenzó a hablar. Contó su historia y la de su pueblo. Dijo que venia del “pueblo de los escorpiones”, y que él, antes de ser de concreto, y antes de ser el guerrero que era, fue un monje. Dijo también, que un día tuvo una revelación en un sueño, y que se sometió a un ritual para transformarse en un “Guerrero Escorpión”.

- ¿Y con qué soñaste? – interrumpió Justin.

- Con fuego.

II

Hace 15 años.

- Maestro…estoy preparado para lo que sea. Conozco las exigencias y lo riesgoso del ritual, pero podré soportarlo – dijo un muchacho muy flaco y calvo.

- Cuando me contaste sobre tu sueño, no pensé que fuera una revelación… pero luego de consultarlo con el libro de las meditaciones, en éste está escrito que el que tenga el sueño del símbolo del escorpión, hecho de fuego, es el elegido para ungirse como “Guerrero Escorpión” – contestó un anciano que, sentado en el suelo, tocaba una tabla con ranuras y rallados.

- ¿Cuándo será el momento indicado para el ritual? – preguntó el muchacho, que observaba como el maestro, con sus ojos cerrados, tocaba la tablilla, buscando respuesta.

- Cuando descienda el Escorpión a su morada.

Y así fue. Una noche, cuando las estrellas que forma un Escorpión en el cielo, se colocaron por sobre las montañas, comenzó el ritual de fuego y sangre. Mil y un torturas recibió el muchacho dentro de la cueva sagrada. Su piel fue golpeada y quemada tantas veces, que se hizo inmune al dolor. Su cuerpo modificado, de tal forma que obtuvo una nueva extremidad, y su mente tan fuertemente traumada, que nunca más sería capaz de sentir alegría. Eran todas estas cosas necesarias para poder ser como el Escorpión, un ser de resistencia infinita.

Luego de que el Escorpión se escondiera tras las montañas, todo el pueblo expectante del nuevo guerrero, lo esperó en su salida. Cuando todos lo vieron, fue recibido con gran bullicio y alegría. Prepararon un gran festín, que duraría hasta que el sol saliera, donde participaron todos los habitantes del pueblo de los escorpiones.

Durante el festín, el nuevo guerrero fue embriagado, agasajado, y se le entregaron todos los placeres que se pueden tener en esta tierra, puesto que sería la última vez que podría tener goce su alma. Cuando estaba por terminar la gran celebración, el muchacho fue llevado a lo alto de un monte, donde estaba su maestro, y antiguo sabio, y los grandes representantes del pueblo.

- Aún no puedes ser nombrado como “Guerrero Escorpión” – le dijo su gran maestro.

- ¿Qué es lo que debo hacer ahora? ¿Qué dicen las escrituras? – preguntó este nuevo ser.

- Debes derrotar al guerrero más fuerte. Debes enfrentarte al fuego que viste en tus sueños.

Y así comenzó su búsqueda por su enemigo, por ese fuego. Hasta que supo de boca de uno de aquellos a quienes derrotó buscando al guerrero más fuerte, que en Northcrem, ciudad del norte, existía un ser que mostraba su fuerza en forma de flamas, y del que decían, que nadie podía derrotarlo.


Ahora, en el desierto de Eria.

- Entonces, así fue como llegaste a nuestra ciudad y comenzó nuestra pelea – comentó Justin, luego de escuchar atento cada palabra de Escorpión.

- Muy linda historia, muchachos, pero es tiempo de que interrumpa su reunión – dijo una voz femenina, a ambos caminantes.

Sin darse cuenta, el sol estaba en lo más alto del cielo, pero la temperatura era como si estuviera amaneciendo. Luego miraron en todas direcciones, y vieron una figura femenina a sus espaldas.

- ¿Qué haces aquí, Firice? – preguntó Justin.

III

- Supe que el hombre de Fuego ya no vive – contestó la villana, que de cierta forma aún sentía algo especial por George Smith, el antiguo Hombre de Fuego.

- Si, así es… ¿Es por eso que vienes ahora a eliminarme? ¿Crees que sin mi hermano no puedo defenderme? – preguntó desafiante Justin.

- Nada de eso, niño. Vengo a darte mi pésame por tu pérdida – contestó la mujer mitad hielo y mitad fuego.

Estaban a la mitad del desierto; Justin era guiado por Escorpión, su fiero enemigo, hacia su aldea, para ser el hombre fuerte que todos querían que fuera; y había sido interceptado por una de las más grandes villanas que había enfrentado en su vida, para decirle que sentía dolor, igual que él, por la pérdida de su hermano. Era la situación más ilógica que había vivido en toda su vida.

- ¿Qué estás diciendo? ¿Te estás burlando de mí? – preguntó entre lágrimas y rabia.

- No. El Hombre de Fuego es el único hombre que he amado, y al no estar aquí… bueno, pensé que podrías estar mal, y quise que supieras que no eres el único que siente su muerte.

Justin por un momento despreció al mundo que protegía. En este momento, un villano era más humano que cualquiera de los héroes de todo el planeta. Un villano era la única persona que se detuvo a pensar en su dolor. Justin respiró hondo, y buscó fuerzas para no romper en un llanto, que si comenzaba, no terminaría nunca.

- Gracias, Firice – contestó Justin al fin – puedo ver que al ser de hielo y fuego, eres capaz de hacer sentir las más profundas paradojas.

- Por eso tu hermano me amaba – contestó la villana, que en de un momento a otro comenzó a hacer que la temperatura del desierto disminuyera unos grados - Con eso podrán llegar cuerdos a las montañas… creo que es lo único que puedo hacer para que puedas ser como tu hermano… pero… diferente, al mismo tiempo – completó Firice, que desaparecía caminando por donde vino.

- ¿Cómo supiste que estaba aquí, y que yo era el hermano de George? – preguntó gritando Justin, que en ningún momento cambió a su forma ígnea.

- Aparte del alboroto que estás dejando a tu paso… tienes su mismo olor – respondió.

IV

- Creo que es evidente lo que está pasando, muchacho – dijo Escorpión en el momento en que la ayuda de Firice se mezclaba con el frío de la noche, y ambos alcanzaban la falda de las montañas.

- No creo entenderte, Escorpión – contestó Justin, mientras hacía un esfuerzo para poder comprender las palabras de su guía.

- Hasta que no hayas entendido, no podrás dejar estas montañas – dijo luego de que encontraran una gran marca en una piedra del cerro.

- ¿Qué es esto? – preguntó Justin.

- Es la marca que dejé cuando me fui a buscar al guerrero más fuerte. Esta marca nos lleva a mi pueblo… “el pueblo de los escorpiones”.

Siguieron ambos por pasos entre las montañas. En algunos casos, escalando grandes muros hechos de roca, y pasando por cuevas que daban a lugares de descanso entre las montañas.

- Mañana, el Gran Escorpión se posará sobre las montañas, y comenzará el período de entrenamiento.

- Espera un momento… ¿Me someterán a esas extrañas torturas de las cuales hablaste en el desierto? – preguntó Justin, mientras se quedaba parado, hasta esperar la respuesta de Escorpión.

- Ni lo pienses… el “placer” de ser un “Guerrero Escorpión” es sólo para gente del “pueblo de los escorpiones”, no para personas comunes y corrientes como tu – contestó.

Justin se enfadó un poco por lo de “personas comunes y corrientes como tu”, pero también se tranquilizó por que no lo iban a torturar.

Pasaron todo el día ascendiendo por las montañas, y descendiendo, buscando el pueblo de los escorpiones, pero no podían encontrarlo. Justin estaba un poco desesperado, porque no estaba seguro de que Escorpión supiera a donde se dirigían ahora, pero este último no dejaba ver ningún tipo de preocupación.

Cuando el sol cayó tras las montañas, ambos se encontraban en la cima de una, buscando la entrada al pueblo. Con el correr del viento en la cordillera de Eria, el maestro y el discípulo, buscaban una señal de vida. Cuando Escorpión estaba dando por perdido al pueblo, una tenue llama comenzó a encenderse en la falda de un cerro cercano.

- Ese es… es la señal, el Portero. Es el primer paso para llegar al pueblo – dijo Escorpión, mientras se lanzaba montaña abajo, sin importar la altura de ésta.

Justin tomó su forma ígnea y se lanzó en picada. Notó que el fuego que lo envolvía tenía otra textura, algo diferente… más fuerte.

- Te dije que no usaras el fuego, a menos que fuera de vida o muerte – le reclamó Escorpión, mientras arrasaba con todo lo que se le pusiera en frente mientras bajaba.

- Era de vida o muerte… si me quedaba ahí, moriría… pero de aburrimiento – contestó ingenioso el Hombre de Fuego.

Cuando ambos llegaron donde el Portero, Justin abandonó su forma de fuego, y caminó a un lado de Escorpión, con mucha seguridad.

- Hermano, he regresado – le dijo Escorpión a la distancia al Portero, que a pesar de su nueva forma, reconoció al joven monje que salió para convertirse en el “Guerrero Escorpión” - He vuelto para cumplir mi palabra. Traigo al hermano de aquel que es más fuerte que yo… un digno discípulo para mí y el maestro.

- El maestro murió, Guerrero… murió hace 15 lunas atrás.

- ¿Qué sucederá ahora? – preguntó Justin, luego del silencio de Escorpión.

- Por legado, el discípulo debe transformarse en Maestro. He vuelto justo a tiempo para remplazar a mi sabio maestro, que fue un “Guerrero Escorpión”.

- ¿Y qué pasará conmigo?... – volvió a preguntar.

Mientras avanzaban a una iluminada locación, entre las montañas más ocultas de Eria, Escorpión dijo a Justin:

- Tu, apenas estás empezando…


No es el Fin…
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