10.10.09

Quasar #6

Éxodo (2 de 4)
“Caos”
Historia: Rodrigo Roa.

I

La vida tranquila, aunque acelerada, de Toronto, seguía su curso, como cualquier día. Las personas, despreocupadas, no se detenían a nada que no fuera importante. Ya llegaba la noche, y la ciudad comenzaba a iluminarse.

De pronto, la normalidad se vio trastocada. Las luces se apagaron súbitamente, y los aparatos eléctricos dejaron de funcionar. La oscuridad se posesionó de Toronto, y el desorden comenzó.

Algunas personas salieron a las calles, preocupadas, y algunos otros aprovecharon las circunstancias para apropiarse de cosas que no les pertenecían.

En la Planta Eléctrica, los técnicos y los guardias caían uno a uno, golpeados por las descargas de D-Tox, quien había absorbido enormes cantidades de energía eléctrica, suficientes para crear el caos.

Superados por la situación, los operadores de la Planta solicitaron la ayuda policial, pero tampoco fue suficiente. También los policías cayeron ante la energía reutilizada del villano.

Fue entonces cuando decidieron tomar medidas más drásticas, y se comunicaron con la Unidad Militar más cercana, liderada por el General Bernard Mathieu.

II

- ¡Muchachos! Hay una situación de crisis en la ciudad, y han pedido nuestra intervención – dijo, con voz de mando el General Mathieu. Cuando él hablaba, todos en la base escuchaban.

Mientras, los operativos encargados de remover la tumba de “Henry Levesque”, acompañados del propio Henry, llegaban de vuelta al cuartel.

- Según la información que nos han dado, la situación corresponde al ataque de un metahumano a la Planta de Energía de Toronto. – explicó el General – Por ello, acudirá la Unidad de Asalto Urbano, y serán apoyados por Quasar. ¡No quiero bajas! ¿Entendido? ¡Muévanse, ahora!

Los soldados se pusieron de inmediato en acción. Una vez que partieron hacia la Planta, el General llamó aparte a Quasar.

- ¡Levesque! Quiero que derrotes y atrapes a ese sujeto. Lo traerán hasta aquí… ¡Y no me decepciones!

- Señor, sí, señor… - respondió, aunque sin exclamarlo con la energía de un soldado promedio.

Una vez que recibió la autorización de su superior, Quasar voló hasta su destino, a una velocidad increíble, que provocaba que sólo se viera una estela rojiza a su paso. Un par de segundos después, estaba de pie en la Planta.

III

La Planta de Energía también estaba a oscuras. Sólo el brillo del cuerpo de Quasar iluminaba el lugar. En las afueras, los militares aseguraban el perímetro, y algunos hacían labores de reconocimiento, en busca del responsable del incidente.

Sin embargo, D-Tox no se mostraba aún. Quasar hizo brillar aún más su cuerpo, y subió a la plataforma que estaba sobre los generadores, para ubicar al villano, pero a los pocos minutos, la luz regresó con una fuerte descarga.

- Tú debes ser “Quasar”… - se oyó decir a una voz, mientras el dueño de ella aparecía frente al defensor – Te estaba esperando… Mi nombre es D-Tox, y quiero ver de qué eres capaz.

- Detente ahora. Vendrás conmigo – dijo fríamente Quasar.

- Verás… estos implantes cibernéticos en mis manos me permiten absorber distintos tipos de energía – respondió D-Tox, ignorando las palabras del héroe – Y esta planta tenía suficiente para cargarme… Pero tú… puedo sentir la firma de tu energía… es especial… única… interesante…

- Por última vez… detente.

- Muy bien. El momento esperado… ¡Muéstrame de qué estás hecho, Quasar! – y diciendo estas palabras, D-Tox lanzó una potente descarga de energía, que impactó de lleno en el defensor canadiense.

La energía lo envolvió, hasta derribarlo. Sin embargo, Quasar se puso de pie de inmediato. D-Tox lanzó otra descarga, y una vez más impactó al defensor.

Quasar la resistió, e hizo un esfuerzo, cerrando los ojos, para desviarla. Pero cuando volvió a fijar su atención en su rival, éste no estaba frente a él.

En una fracción de segundo, D-Tox sorprendió a Quasar saltando a sus espaldas, y antes que reaccionara, lo tomó con sus dos brazos y comenzó a absorber su energía.

- ¡Sí! ¡Es genial! ¡HAHA! – dijo el villano, extasiado – No te preocupes, no es nada personal… ya te soltaré… ¡Cuando estés vacío!

IV

D-Tox continuó drenando a Quasar por largos minutos, y la energía liberada en el proceso provocaba un gran espectáculo de luz.

Mientras el villano ganaba poder, lo que sentía Quasar era una especie de ahogo, como si alguien tratara de asfixiarlo.

- ¡Eso es! ¡Renuncia a tu energía y déjame tomarla! ¡Dame tu poder! – gritaba D-Tox, mientras el héroe se debilitaba.

Pero Quasar decidió resistir. Haciendo un esfuerzo, su cuerpo liberó una gran cantidad de energía y calor, que provocó que su masa aumentara, y D-Tox se vio obligado a soltarlo, tras sentir que sus manos ardían.

Acto seguido, el defensor se elevó, y como una estela rojiza, bajó rápidamente, hasta impactar al villano, y de paso, destrozando la plataforma donde se encontraban. Ambos cayeron varios metros, directo al reactor principal.

Con la caída, se llevaron consigo al reactor, y se generaron grandes descargas y chispas por doquier. La destrucción, el ruido y la luz siguieron por varios minutos, luego de los cuales, volvió el silencio y la oscuridad al lugar.

Abajo, y entre los escombros, se levantó una silueta. D-Tox estaba nuevamente de pie.

- ¡Uf! Eso fue intenso, Quasar… - dijo, sacudiéndose – Si antes no hubiese absorbido todo esa energía de ti, no lo habría resistido.

A pocos metros, el héroe se levantaba, un tanto confundido. D-Tox ya estaba frente a él, preparando otro ataque, pero al verlo, Quasar recordó las órdenes de su superior. Debía detenerlo y atraparlo.

Justo cuando el villano extendía su mano, pero antes de que la energía de su ataque brotara, Quasar se movió a toda velocidad, y tardó menos de un segundo en tener a su alcance a su rival, al que golpeó fuerte, con la energía de su puño.

D-Tox cayó de rodillas, adolorido y aturdido, mientras Quasar, que había quedado detrás de él tras el ataque, se acercaba, con paso seguro, y hablaba con voz fría.

- D-Tox: Estás arrestado. Vendrás conmigo.


Continúa...

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