22.1.11

Animal #11

“La Jaula”
Historia: Zirijo

I

Ya hace varios días que escuchamos el gran rugido de libertad que nos dejó Garras I en su discurso hacia  los ciudadanos de Agartha. A duras penas logramos salir del palacio de Garras I, donde fuimos a rescatar a su hermana. Ella no ha dicho ni una sola palabra desde que salimos de la ciudad. Agartha no es solo una gran ciudad, sino que está compuesta por la explanada principal, donde se concentran las edificaciones principales, como el coliseo, y además se compone por grandes y confusos túneles, que conectan a la ciudad con diferentes “territorios”, asignados  a las diferentes familias que componen la “fauna” de Agartha.

- ¿Crees que esté así por la muerte de su hermano? – me pregunta Mañke, mientras caminamos entre los laberinticos túneles del reino de Agartha.

- No sabemos si está muerto, Mañke – le contesto en voz baja, mientras llegamos a uno de los “codos” de unión entre dos túneles.

- Animal, no podemos seguir con ella si no nos dirige ni una sola palabra – me replica de igual forma.

La conversación cesa. El primero en mirar si viene algo soy yo. Me asomo para observar la presencia de algún guardia. Nada a la vista.

- Debemos consultar el mapa – agrega T’jon.

El discurso de Garras I inspiró a muchos a huir de los soldados comandados por el general Drilón. Ya era una completa caravana la que se nos había unido en este viaje sin sentido. Todos resistiendo al nuevo/“viejo” orden que proponía Drilón y sus aliados. T’jon es uno de ellos. Hace tres días lo salvamos de unos soldados que lo llevaban a la denominada “Zona Oscura”. Es ahí donde llevan a todos los que se resisten a seguir las órdenes dictadas por Drilón. T’jon nos habló de un grupo resistente en la provincia de las Aves, “La Jaula”, como la llaman los habitantes de otras provincias.

- T’jon, ¿dónde estamos? – pregunto a nuestro alargado compañero.

- Por las marcas, y este antiguo mapa, no deberíamos estar muy lejos de “La Jaula” – responde, mirando las marcas de los túneles – Si no pones atención a los muros, es muy fácil perderse.

- ¿Debemos seguir derecho, o doblar en alguna de estas esquinas?

- El camino es recto desde aquí. Sólo debemos preocuparnos por la seguridad de los nuestros.

Aunque trate de disimular, puedo notar que la hermana de Garras I está atenta a todo lo que decimos. No habla con nosotros, pero si con los demás del grupo. Los ordena, organiza y mantiene animados. Cuando no estoy tratando de salvarnos de ser capturados, observo como tiene una gran habilidad para hablar con los demás. Ni una sola palabra de sus labios, sólo miradas. Pero son miradas de recriminación, nos mira con odio, me mira con resentimiento. Como si fuéramos sus captores y no sus salvadores, como si fuésemos el enemigo.

II

- Sigo sin confiar en ese insecto – comenta T’jon a Mañke, que van a unos paso tras de mí.

- Él fue traicionado al igual que nosotros – responde Mañke – Sus pares insectos se alinearon con los reptiles, pero él no fue informado, querían que se mostrara lo más natural posible, que fuese un señuelo en la ceremonia de designación del Rey. No contaban con su orgullo.

Una especie de luz nos espera al final del túnel. No es el cielo, no es el más allá. Es “La Jaula”, que nos saluda. Me asomo en búsqueda de guardias. Los hay, pero están desprevenidos. Son novatos, enviados a cuidar uno de los tantos túneles que salen de la ciudad colgante de las aves. Es una salida angosta, pero lo suficientemente amplia para que quepamos todos. Dos rápidos movimientos los dejan fuera de combate. B’Horn y uno más de los nuestros toman sus armas y trajes militares.

- Esta estación será útil para que nos resguardemos – comenta T’jon – Todos adentro.

Es un galpón de abastecimiento custodiado por novatos. “La Jaula” es tan extensa, que para aquellos que se desplazan por tierra es imposible cubrirla completa.

- Envían a niños a hacer trabajo de hombres – comenta Mañke – Así podremos seguir fácilmente con la travesía.

III

Mañke ya viene de regreso de su misión de reconocimiento. Hemos estado atentos a cualquier movimiento, ya que nuestra gente necesita descansar. Todos duermen, menos B’Horn, el segundo guardia, yo y ella. Ella que sólo me mira con desconfianza y tristeza.

- La situación es la siguiente… – dice Mañke, luego de despertarlos a todos – Hay guardias en todas las salidas, pero no son muy experimentados. Los soldados de verdad están de guardias en los diferentes edificios. Son todos insectos voladores.

- Pero, esto es un precipicio, no hay camino hacia ninguna ciudad – comenta uno de los más jóvenes del grupo.

- Para tu información, jovencito – responde Mañke, un poco ofendido con la intervención -  la ciudad de las aves está construida en un gran agujero. Las estructuras cuelgan, y los nidos de nuestra gente están en las orillas, todo conectado por delgados puentes. Es fácil adivinar por qué hay tan pocos miembros de otras provincias por aquí.

- El caso es que encontré algo de información. Es difícil andar allá afuera. Mañana a la salida del “Alma Brillante”, se llevarán a algunos prisioneros a la Zona oscura. Ya han llevado a varios a ese lugar. Ustedes saben, las aves somos difíciles de tratar. Han cortado los caminos, todo el sector es custodiado por insectos voladores y lo peor de todo es que la prisión donde los tienen recluidos está al otro lado del abismo. Los llevarán por el sector más seguro.

- ¿Por qué es el más seguro? – pregunto, por no conocer la geografía agarthiana.

- Por el otro lado está la provincia de los insectos. Un lugar vacío y fácil de atravesar. Más seguridad, menos posibilidades de escape.

- Debemos rescatarlos inmediatamente – propongo –  B’Horn y yo iremos por los prisioneros, rodearemos el lugar… Hasta cuando lleguemos, Mañke estará trabajando de encubierto...

- ¿Qué pasa con los demás? ¿Nadie quedará cuidando en caso de que nos descubrieran? – pregunta una voz femenina… es ella, es la hermana de Garras I.

- T’jon con los demás resguardarán el escondite hasta que volvamos – le respondo, con sorpresa ante el comentario.

- No es seguro – argumenta – Perfectamente podrían prepararles una emboscada. Somos el blanco más vulnerable de la cadena. Alguno de ustedes debe quedarse, o ir todos.

- Es más arriesgado ir todos que solo unos pocos – dice Mañke, de acuerdo con el plan que proponía.

- No permitiré que seamos olvidados como lo fue mi hermano, no permitiré que nos dejen aquí esperando nuestra muerte. ¿Qué sucede si fallan? Vendrán por nosotros y no podremos ir a ningún lado. No somos tan fuertes como ustedes, pero somos más, y tenemos la intención de seguir vivos – contesta rápida y enérgicamente.

Los de la mesa de estrategias quedamos congelados. No sabemos qué decirle. Es cierto que en caso de que no logremos liberar a los prisioneros ellos serán las siguientes víctimas. Nos miramos todos, y no hay más que decir.

- Bien, entonces iremos todos en esta misión suicida… – contesto ante la intervención – Partiremos inmediatamente. Que todos tomen sus cosas, y rodearemos la ciudad colgante de las aves. Mañana por la mañana esperaremos a los prisioneros antes que entren al túnel que los lleva al terreno de los insectos.

Me miran con horror. Es el peor de todos los planes, pero es el único en que estamos todos juntos, y todos a salvo.

La miro nuevamente a los ojos, y me mira con aires de victoria. Ha ganado ante la memoria de su hermano.

- Pero antes de partir, quiero saber el nombre en quien recae la responsabilidad de esta misión – la enfrento – Quiero saber tu nombre, antes de lanzarme el vacío.

- Te lo has ganado, hombre de armas. Mi nombre es “Serani”, hermana de Garras I, representante de los mamíferos ante el rey y ante el consejo de los sabios. ¿Contento? – pregunta orgullosa de su procedencia.

- Pelearé y moriré en tu nombre, “Serani”… pelearé y moriré por la memoria de tu hermano, y por todos ustedes que han decidido resistir ante la tiranía de Drilón. Mañana salvaremos a quienes comparten nuestras creencias, comparten la honra de seguir los mandatos de Agartha.

Su mirada cambia a sorpresa, luego aparta sus ojos de los míos, y se dirige a ayudar a los que ya estaban ordenando sus cosas. Luego ajusto detalles con los de la mesa de estrategias, y salimos a nuestro triunfo, o a nuestra muerte.

IV

En este abismo el sol no existe. El gran cristal de Cor en el centro de Agartha, atraviesa todas las provincias, y con su cálida energía ilumina y da la ilusión de un nuevo día en Agartha. Lo llaman tal como a su antiguo rey, “Alma Brillante”, y lo esperan para salir de sus casas, para volver a darle vida a las ciudadelas y provincias de la ciudad subterránea. Cuando sale el “Alma Brillante”, los opositores del régimen militar de Drilón que han sido capturados son llevados a uno de los túneles que los llevarán a la zona oscura.

La seguridad es absoluta alrededor de los prisioneros. Custodiado por tierra y aire, por reptiles e insectos alados. Lagartijas y Avispas. Un enjambre completo. Avanzan lentamente, al ritmo del Alma Brillante apoderándose del ambiente. Son transportados por entre los puentes colgantes y los estrechos riscos que sobresalen de los muros. Cuando todos los de a pie están en uno de esos riscos aislados, nuestros explosivos hacen su trabajo.

- ¡Vamos, es ahora! – indico en conjunto con las explosiones que confunden y hieren a la mayoría de los insectos voladores.

Desde la entrada al túnel vuelan flechas y rocas, lanzadas por nuestros aliados, dirigidos por “Serani”. Nosotros por mientras descendemos por el muro, y Mañke volando a toda velocidad. B’Horn nos acompaña y derriba a varios, antes de poder llegar a los prisioneros.  Un par de avispas logran escapar, del ataque, pero ya es demasiado tarde para darles caza. Debemos ser más rápidos todavía.  Liberamos hasta la última de las aves que estaban en manos de los soldados, mientras Mañke y B’Horn siguen con el ataque.

- ¿Quiénes son ustedes, que se atreven a desafiar a Drilón? – pregunta uno de los recién liberados.

- Somos amigos ahora – contesto – y espero que sigamos siéndolo, para poder derrotar al maldito reptil.

- No, si puedo evitarlo! – se escucha de repente.

Una voz chillona y desagradable se acerca con una cantidad increíble de avispas siguiéndola. Quien habla es un avispón, que vuela a toda velocidad para detener el escape.

- Es Aguijón – grita Mañke – Hay que salir de aquí, no tenemos el poder para enfrentarnos a todos ellos, Animal.

- ¡Hay que irnos! – mando – Otro día seremos héroes, hoy sólo queda sobrevivir.

- ¡No! Ya basta de escondernos – demanda uno de los prisioneros – No toleraré seguir siendo pisoteado.

Él y unos cuantos más emprenden vuelo contra “Aguijón”, que cada vez está más cerca. Mientras el gran enjambre se acerca a los coléricos hombre-aves, el Comandante de las fuerzas militares saca dos grandes aguijones de sus brazos, por sobre sus manos. Las aves caen muertas y atravesadas por las fuertes armas de “Aguijón”.

- ¡Debemos irnos! – pide B’Horn.

- ¡Vuelen hacia el túnel! – ordeno a los hombres/pájaro, mientras me tomo de las manos de Mañke, para salir del lugar de la emboscada.

El sonido de las vibraciones del centenar de alas que se acercan pone nerviosos a nuestros compañeros, que nos esperan en el túnel.

Cuando estamos en la entrada del túnel, “Aguijón” está a metros de nosotros. Estirando el brazo y abalanzándose a toda velocidad, el Comandante se lanza hacia mi espalda, pero una certera y fría flecha, que pasa por sobre mi hombro, da de lleno en un ala del insecto. Desestabilizado, impacta en un muro, al costado de la entrada del túnel.

- ¡Las flechas! ¡Disparen las flechas al techo! – pido a gritos.

Las flechas salen disparadas hacia el techo, provocando el desplome de la entrada. Algunos insectos quedan bajo las rocas que ahora riegan el suelo del túnel.

- Ahora sólo queda un camino… – dice “Serani” - directo al enemigo…directo a la tierra de los insectos.


Continuará…
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