23.3.11

Blackbird #12

Soledad (Parte 2 de 3)
“Empatía”
Historia: Rodrigo Roa.

I

Cuando despertó, Adam se vio en un lugar completamente distinto al que recordaba antes de perder la conciencia. Llevaba puestas anchas ropas, de apariencia antigua, y a su alrededor se levantaban paredes llenas de repisas, donde se repartían pequeños frascos, con diversas sustancias en ellos. Frente a él, había un largo mesón, y en el lugar escaseaba la decoración.

Los colores y la imagen del lugar parecían corresponder a otra época, al igual que toda la escena en la que ahora se encontraba.

No alcanzó a pensar demasiado en la situación, cuando el sonido de la puerta lo interrumpió, indicando la entrada de alguien. A contra luz vio una silueta femenina caminar hacia el mesón donde él se encontraba.

Cuando la mujer se acercó, Adam reconoció sus rasgos, y quedó impactado por la belleza que irradiaba… Si, era Sophie, pero también era alguien más, dueña de una belleza arquetípica, casi legendaria.

La mujer habló, y Adam no supo cómo reaccionar.

- ¡La poción que me sugirió ha funcionado a la perfección! – dijo, con entusiasmo – Mis plantas y flores crecen inundadas de colores maravillosos. Por eso, quería agradecerle…

La bella joven le extendió una pequeña caja adornada con flores, dentro de la cual había un apetitoso y abundante pastelillo. Adam no dijo nada, pero vio como ella se sonrojaba. Se sintió halagado, y con un ademán, trató de expresar su agradecimiento.

Pero cuando aún pensaba qué decir, otra vez la puerta le interrumpió, aunque esta vez se abrió con violencia.

II

- ¡Condenado brujo! ¡No volverás a engañar a nadie mientras yo viva!

Cuatro hombres entraban con rudeza al lugar, y los gritos correspondían al que parecía ser su líder.

- ¡Te dije que te arrepentirías si tus estúpidos trucos baratos no funcionaban! ¡A mí no me engañas, charlatán!

Dos de los hombres se abalanzaron sobre Adam, que trató de defenderse, pero de inmediato descubrió que aquí no funcionaban sus poderes. Recibió una lluvia de golpes, y sólo logró detener algunos.

Inmovilizado por sus adversarios, el líder del grupo lo abofeteó. En ese momento, la muchacha decidió intervenir, a pesar del miedo que le daba la violencia de esos hombres.

- ¡Deténganse! ¡No le hagan daño! Si su hechizo no funcionó, fue porque usted no creyó en él… ¡O por sus propósitos egoístas!

El hombre que lideraba, fijó su atención en la mujer, y repentinamente la tomó por el brazo, y la acercó, furioso.

- Tú eres esa mujerzuela que se ha dedicado a predicar las bondades de este brujo, ¿no?... Eres su cómplice, ¿verdad?... ¡¿verdad?! ¡¡Herejes!! ¡¡Serán castigados!!

La mujer comenzó a sollozar, pero eso sólo provocó que el hombre la apretara con más fuerza. Adam, adolorido y apenas consciente, al fin pudo sacar la voz.

- ¡Déjala tranquila, imbécil! ¡Tu problema es conmigo!

Otro golpe lo silenció definitivamente, mientras veía, sin poder hacer nada, como los sujetos también inmovilizaban a la hermosa mujer.

III

- ¡Ciudadanos! Este hombre se ha dedicado a engañarlos durante varios años con sus supuestas pociones y conjuros, catalogándose a sí mismo como un mago… ¡Mentiras! ¡Es sólo un brujo hereje que nos ha engañado con trucos baratos y sucios! ¡Y es hora de que este hereje y su cómplice, paguen!…

Adam apenas escuchaba estas palabras, mientras volvía en sí. Cuando logró al fin abrir los ojos, notó que estaba atado, sobre una tarima, y que a su lado la hermosa muchacha también estaba atada en la tarima en la que se encontraban. Bajo ella, un extraño armazón de madera y paja.

Frente a esa tarima ubicada en la plaza de un pequeño poblado, se reunían decenas de personas, observando lo que ocurría como si fuese un espectáculo. El mismo hombre que había liderado al grupo que lo atacó, se dirigía a la multitud.

- Como Sheriff de este pueblo, no puedo dejar que se rían en mi cara, ni en la de ustedes… ¡y estos dos lo han hecho descaradamente, por años! ¡El brujo y esta mujer, su cómplice, han escupido sobre nuestros valores y sobre todo lo que creemos! Por ello, serán castigados con mano dura, de acuerdo a lo que dictan las leyes de esta comunidad contra los herejes…

La muchacha gritó desgarradoramente al escuchar estas palabras. La gente emitió un sonido de asombro por la misma razón… Adam no comprendía nada, y apenas podía sostenerse de pie, adolorido por los golpes recibidos.

Fue así como vio que el Sheriff encendía una antorcha y la acercaba hacia la mujer, o más bien hacia el armazón que estaba bajo ella. Entonces, lo comprendió.

El fuego rodeó rápidamente a la muchacha, y sus gritos desgarradores hicieron reaccionar a Adam.

- ¡¡NO!! ¡¡Déjala!! ¡¡No lo hagas!! – gritó, desesperado, horrorizado… Pero súbitamente las fuerzas lo abandonaron. Se sintió muy débil y su vista se hizo borrosa… Sólo distinguía a lo lejos, el sonido del fervor de la gente, y la imagen de las llamas consumiendo a la hermosa mujer que se parecía tanto a Sophie

IV

- ¡¡NOOOO!!

Blackbird se levantó repentinamente, gritando, y se dio cuenta de que estaba de vuelta en el misterioso bosque, que estaba fuertemente atado a un armazón de madera, y que estaba sudando. Su corazón palpitaba violentamente, y un escalofrío recorrió su cuerpo. Sintió una angustia indescriptible, única, que se manifestó en sus poderes, con una emanación de energía negra a su alrededor.

- ¿Qué… qué fue todo eso? ¿Fue… una pesadilla…? – preguntó el defensor, pensando en voz alta.

- Lo que acabas de vivir, es exactamente lo que a mí me ocurrió y lo que yo sentí… - le contesta una voz cercana.

A algunos metros de allí, el anciano Brujo preparaba un conjuro con hierbas y extraños polvos. Más cerca, la extraña figura femenina, compuesta de una sustancia líquida, resguardaba al defensor, evitando su escape. Blackbird aún sentía la influencia de esta extraña criatura en sus emociones, ya que le causaba un gran dolor y lo debilitaba.

- Tus extrañas habilidades te han permitido vivir una experiencia empática muy intensa y realista… – continuó explicando el Brujo – Has vivido mi historia, gracias a tus poderes y mis hechizos… Y ahora que te he dejado saber un poco de lo que yo he sentido, es hora de que sirvas a mi propósito, así que te haré dormir una vez más…

- ¡Espera! – interrumpió Blackbird - ¿Qué es lo que tratas de hacer?

- Durante años he experimentado y estudiado… He creado esa criatura que ves a tu lado, un homúnculo… Es lo más cercano que he logrado, pero falta algo… Algo que tú tienes… Para traer de vuelta a esa hermosa mujer que viste… Mi amada… ¡Ellos me la arrebataron, de la peor forma posible! Ellos me hicieron miserable por siglos…

- Comprendo… comprendo lo que sientes – dijo el defensor, aún asimilando la inmensa carga emocional – Pero tal vez… Tal vez pueda ayudarte… conozco algunos hechiceros…

- ¡No! Imposible. Sólo yo puedo hacer esto, sólo yo sé cómo debe hacerse… He pasado décadas estudiando, aprendiendo… debo hacerlo solo, como siempre ha sido… - dijo el Brujo, con amargura – Además… tú no puedes ayudarme…

- Pero, ¿por qué te niegas? ¿Por qué dices eso?

- Muy simple, jovencito. Porque para ser útil en mí hechizo, tú… debes morir.


Continúa…
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