16.3.11

Quick #2

"Malas Vibraciones" (2 de 4)
Historia: Jairo Guerra

I

La habitación dejó de agitarse. Quick se desplomó sobre el alfombrado piso, sintiendo su cuerpo revolverse en interminables vibraciones ultrasónicas. De rodillas, miró al hombre que, asombrado, lo observaba desde su cama.

- ¿Dónde estoy? – preguntó, jadeando.

Boquiabierto, se levantó y se acercó al muchacho, que parecía oscilar como interferencia de televisión.

- Puedo… puedo escucharte… - musitó, aun en shock.

- ¿Cómo? – Quick se incorporó apenas, apoyándose en la pared – Tienes sangre, corre por tu nariz. ¿Quién eres tú y por qué te impresiona el poder escucharme?

Se limpió la sangre con su manga.

- Perdón. Me llamo Drake. Estás en mi casa ahora. Y bueno… - Drake le relató sus ultimas semanas, el descubrimiento de su mutación y su consecuente sordera. - ¿Quieres una demostración?

A la afirmación de Roy, Drake se cerró los ojos. Casi al instante, la televisión se encendió. Y a la vez, Roy sintió una onda atravesar su cuerpo, como cuando el viento agita el agua de una charca: la oscilación que lo afectaba cesó.

Drake miró al pequeño. Parecía exhausto, pero aliviado. Recordaba haberlo visto en televisión… si, era Quick, el superhéroe joven, el que corría rápido. “Un verdadero dotado de la naturaleza… esto se pone interesante”, pensó.

- Dejaste de hacer eso… Eso que hacías con tu cuerpo – le dijo.

- Oh… - Roy se miró las manos y luego el cuerpo; si, parecía que su problema se había ido, pero no había sido él – Pero, yo no fui, Drake. Creo que fue lo que tú hiciste. Hazlo de nuevo.

- Pero… podrías volver a como estabas… ¿no te da miedo?

- Nunca lo sabré, a menos que lo intentemos. Ya, hazlo.

Drake cerró los ojos y cambió el canal de la televisión. La onda volvió a atravesar el cuerpo de Quick, quien se agitó y desapareció.

- Eso fue aun más interesante – se dijo, mientras miraba a su alrededor, buscando algún rastro del velocista. Pero nada. Ni rastro de él ni de su voz. La única voz que había podido escuchar clara, en días.

Sobándose el mentón, se dirigió a la cocina a prepararse un sándwich. Masticando con calma, se sentó frente a la televisión. Una estúpida serie cerraba las transmisiones. Pero no estaba realmente atento a eso. El jamón acaramelado se deslizaba por su garganta, las risas pregrabadas hacían eco en su cabeza, y las láminas de su mente se abrían como lo pétalos de un loto: miles de ondas que flotaban alrededor de la Tierra se posaron en su cerebro. Una mueca de dolor se le tatuó en la cara.

II

- ¿Roy? – Oliver golpeó la puerta del dormitorio de su protegido por cuarta vez, y por cuarta vez, el pequeño le respondió febrilmente.

- Estoy un poco cansado, Oliver… voy a quedarme en cama, solo déjame estar tranquilo y mañana hablamos…

- Bueno, Roy… ahora sí, me iré a dormir. Que duermas bien, hablamos mañana… cualquier cosa, estoy en mi pieza, tú sabes....

Oliver se sentó en su cama, se cambio la ropa a pijama y apagó las luces, sin meterse dentro de las sábanas. Se quedó allí, estático, mirando las a través de las persianas a medio cerrar. Una sensación que no sentía hace mucho le impedía conciliar el sueño: Roy jamás se cansaba.

III

Planeó todo sin delicadeza, pues lo suyo no era armar, sino más bien desarmar. Desbaratar, descomponer, deshacer las barreras creadas por otros. ¿De qué otra forma el hombre común podría enfrentar un don como el de él, si no era con el comportamiento criminal? En una época donde las cerraduras sólo protegen la propiedad privada de otros, su poder no tenía cabida en la legalidad.

- Tusko, Chucko, ¿me copian? – susurró Lock, por radio, a sus secuaces, apostados en las dos esquinas adyacentes a la armería que se disponían a asaltar.

- Copiado.

- Procedo en tres, dos… - Lock cruzó la calle y tocó la cerradura con la palma de la mano: en cosa de segundos, la cerradura, la alarma y todo el dispositivo antirrobo quedó reducido a chatarra inservible.

- Tusko, ¿el camión está listo?

- Sólo llegar y cargar.

- Bien, terminemos esto. Traficar armas se hace mucho más fácil cuando no hay cerradura que te detenga.

- Supongo que ahora, mientras tus muchachos hacen el trabajo sucio, quizás tengas tiempo de hablar de negocios… - escuchó una voz que no conocía, por la radio.

- ¿Quién… quién diablos…?

- Sólo digamos que cosas que te interesan: información, más información, y a un héroe neutralizado.

- Sigue hablando… ¿con quién tengo el gusto?

Por unos segundos, el silencio evidenció duda, pero casi de inmediato, se escuchó del otro lado:

- Llámame Radio Man.

IV

Roy despertó mareado, creyéndose víctima de una sesión desenfrenada de Polybius. Se paso la mano por la cara, despejándose la pesadez y abulia de un sueño que duró demasiado, despabilando para bajar a tomar desayuno. Al levantarse de la cama, notó algo extraño, pero el sueño (y un extraño agotamiento) le quitaron esa idea de la mente, desviando su atención a una urgencia urinaria.

Avanzó dos pasos.

Se miró los pies.

Avanzó dos pasos más, y luego otros, hasta llegar con su nariz a la puerta de salida al pasillo. Abrió la puerta y bajó a la cocina. Oliver, al sentirlo llegar se dio la vuelta, sorprendido.

- Roy… tu…

El pequeño héroe empezó a tiritar, y la voz se le quebró.

- ¿Por qué ya no puedo correr, Oliver?

V

Murmullos. Rostros deformados, ropas negras, algunas más ajustadas que otras, heridas cerradas y cicatrizadas en forma “artesanal”, mascaras, pasamontañas, todos reunidos frente a un improvisado anfiteatro en un galpón cualquiera. Sobre él, Lock y sus nuevos asistentes, Tusko y Chucko se encontraban apostados a la izquierda, en sillas plegables, esperando. Unos hombres altos, vestidos de traje azul marino y camisa amarilla, aparecieron cargando una especie de litera, con una caja negra encima. Se abrieron paso entre la gente, y depositaron la caja sobre el escenario. Uno de los hombres de traje sacó de ella una cámara, y otro una especie de parlante.

Lock miró a sus asistentes, perplejo. Entonces se escuchó por el parlante:

- Impresionante, ¿no? Lo que se puede lograr haciendo las llamadas correctas y negociando la información adecuada.

- Señor Radio Man… - Lock pareció sacudirse la impresión y tomó la palabra - creíamos que aparecería por aquí… personalmente.

- Eh, sí, bueno… no me pareció conveniente exponer mi identidad a un montón de delincuentes, así que preferí hacerlo de una manera no convencional.

- Y la cámara… ¿para qué es?

- Quiero ver a las personas con quienes hablo, y además me asegura un medio por el cual escucharlos, en caso de que ya hayan apagado sus celulares, como les recomendó el señor Lock.

Si hubiese existido una buena iluminación en aquel galpón, el enrojecimiento del rostro de Lock habría sido notorio hasta para el último de los presentes.

- Pero pasemos de ese tema… concentrémonos en nuestros negocios – la voz de Radio Man se tornó más segura - Propongo una gran alianza entre ustedes, delincuentes de poca monta, y yo, una fresca, confiable e infalible fuente de información. El señor Lock, aquí presente, tiene un artilugio en sus manos, un don que merece ser aprovechado… Y potenciado. Bajo mi guía, su don y su fuerza serán recompensados como nunca antes…. Ni policías, ni defensores podrán detenernos…

- Disculpe que le interrumpa, señor Radio Man…  - Lock volvió a ponerse de pie, pero esta vez un tanto contrariado por las palabras de Drake - Pero no soy sólo “un tipo con un don”, ¿sabe? Soy el líder de esta banda, il capitano, el padrino, ¿sabe? Su participación en esta reunión ha sido aceptada con fines meramente “colaborativos”. Se lo digo de esta manera por que me parece notar una intencionalidad distinta en sus palabras. ¿Me equivoco?

- Bonitas palabras, señor Lock, y por cierto, que no está equivocado. No quería decirlo así, pero no estoy dándole un golpe de  estado a tu pequeño reinado. Pido nada más una colaboración pacífica y nada de resistencia, por favor… todos saldremos ganando de esto, se los aseguro.

Lock carcajeó con ganas.

- Y dígame usted… ¿Qué se supone que sería aquello que usted podría hacer, estando a distancia? Por que, francamente, me muero por ver eso… sus hombres aquí son fácilmente cuadruplicados por los míos…

- Claro, claro… Tampoco quería llegar a esto, pero… ¿ves a ese tipo tres cuerpos a tu derecha, el del ojo bizco? ¿Lo ves? Bueno, él parece tener un cierto problema con la autoridad, pues haciendo caso omiso a tu orden, su celular aún está encendido.

Tan solo finalizar esa frase, una explosión le voló la pierna al desgraciado.

- No digas que no te he ayudado ya... ese tipo no solo ha perdido la pierna, si no que ya no tiene celular para desobedecerte… Así trabajo yo. Y sólo por si acaso, mis hombres están llenos de explosivos C4, activados por una señal radial que sólo yo puedo emitir, así que… si, esa es la clase de coacción que puedo ejercer, amigo… Escúchame bien: vamos a trabajar y vamos a trabajar juntos, felices, sin quejas, sin preguntas, y todos ganamos, ¿de acuerdo?

La comunicación se cortó. Lock miró a sus asistentes, pero antes que pudiera pronunciar palabra, el parlante hizo “clic”:

- Por supuesto, con todo respeto – y cortó.

VI

Ya le costaba mucho menos concentrarse en apagar las comunicaciones y los puentes de su cerebro a las señales. Habían sido días horribles, con la apertura de su cerebro a la completa señal de todas las ondas de todo tipo de comunicación en el mundo. Las jaquecas fueron de otras galaxias.

Pero eso no era lo importante ahora. La presentación en sociedad de Radio Man había resultado un éxito rotundo. Con toda esa actuación de tipo rudo, a lo De Niro, o algo así… Se tragaron hasta lo de los explosivos.

Ahora sólo quedaba escuchar. Primero, un pequeño descanso, y luego, volvería a abrir las fibras de su cerebro para reunir información para los próximos golpes. Todos, partes de su escalonada venganza.

- Los encontraré, hijos de perra.


Continúa...
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