25.6.11

Zudo #13

El Camino del Guerrero (1 de 3)
“Tierra & Agua”
Historia: Zirijo

I

Ahora.


 Cada vez que termino inconsciente, despierto en algún lugar bizarro. La humedad de las barracas, el moho y el olor a podrido adornan la celda que nos mantiene prisioneros en este barco. Somos tres quienes compartimos el encierro en este lugar: Hefestos, Takumi y yo.

- ¿Crees que la princesa esté bien? – pregunta Hefestos a quien quiera responder.

- Está muerta, herrero – responde Takumi, mi nuevo tutor.

- Eso no lo sabemos  comento.

- El general Smash no permite que nadie que represente una amenaza siga con vida – dice Takumi – menos un miembro de honor de La Rosa De Colores.






- ¡¿Y el Shogun?! – pregunto, sobresaltado.


- Creo que ha corrido la misma suerte – responde alguien desde fuera de la celda.

- ¿Quién es? – pregunto.

Se muestra un muchacho de rasgos nórdicos y una vestimenta un tanto estrafalaria: pantalón corto, botas de cuero y  abrigo azul corto.

- Te recuerdo – digo, al verlo acercarse a la puerta de la celda – Te debo una.

Eso no es importante ahora… – dice el recién aparecido – Lo que realmente importa es que el capitán de “Los Calaveras” te llama.


II

Antes.


Apenas bajo de la nave de Ultra Force, ya estoy metido en problemas. Un grupo de ninjas me rodean y uno me ha dicho que me prepare, porque algo peligroso se ve en el horizonte.

- Vamos, tenemos que llegar al templo antes que termine el carnaval – me ordena aquel ninja.

- ¿Y si me resisto? - le pregunto, desafiante.

- Creo que no tienes opción. No tienes donde ir, y tu cabeza tiene precio en este país – contesta.

Un gran silencio deja oír el ruidoso carnaval en New York, que solo me deja dar una respuesta:

- Vamos.

Me piden que suba a un carruaje tradicional japonés que estaba oculto a algunos metros de donde nos encontrábamos. Los obedezco, y comenzamos a avanzar a la ciudad. La música y las luces se hacen notar por fuera del carruaje llevado por los ninjas, cuando pasamos por fuera de un antiguo templo japonés en el corazón de la ciudad.

Entramos al complejo, que por dentro era completamente blanco, donde los ninjas resaltan por estar vestidos de negro. Al hacer ingreso a un gran salón, ya nadie me acompaña y sin darme cuenta, y a pesar de lo blanco de la sala, mis escoltas han desaparecido.

 - Bienvenido, Zudo – habla una voz profunda y serena.

- ¿Quién está ahí? – pregunto en la habitación aparentemente vacía.

- Soy el Shogun Blanco – contesta un anciano sujeto, levantando la cabeza que, con un largo traje blanco, se mimetizaba con el salón.

- ¿Qué quieres de mí? – le pregunto desconcertado, buscando si hay alguien más en la sala.

- Zudo, ¿conoces los elementos que conforman este mundo? – me pregunta, ignorando la mía.

- ¿Los elementos, dices? – le pregunto para seguirle la corriente, y respondo dudoso.

- ¿No son la tierra, el agua, el fuego y el aire?

- Sí y no, Zudo. Son cinco elementos los que conforman todo lo que existe bajo el cielo – responde el anciano, levantándose y acercándose a mí – Cuando sepas cual es el quinto de los elementos, sabrás qué es lo que quiero. Mientras, deberás empezar el viaje con las “Sandalias de Hermes”.

- Insisten con las sandalias… – digo sin pensar mucho.

- Así es, pero sólo porque son importantes. De este pequeño aparato depende una alianza que desequilibrará la guerra – me responde – Takumi, acompaña al joven Zudo en su viaje.

- Si, maestro – responde un ninja que ha estado a mi lado todo este tiempo, pero no lo había notado.

- Deben ir a Manhattan, al castillo de The Violet Princess, y esperar a nuestros aliados. Ella los espera.

- Mañana partiremos, descansa todo lo que puedas – me dice Takumi, guiándome a un cuarto asignado para mí.


III

Ahora.


El muchacho me lleva por los pasillos del barco en el que estábamos prisionero, hasta la presencia del Capitán.

- ¿Cómo es que te llamabas? – le pregunto para romper el hielo.

- León – contesta – León Schweppes, hijo del capitán, si es que ya no lo recuerdas.

- Han pasado demasiadas cosas desde que nos presentaron por primera vez – digo, tratando de hacer memoria.

- Deberás recordar mi nombre, prisionero. Pronto seré el capitán de la nave y mi nombre será temido por todos los mares.

- Espero que no llegue ese día pronto – respondo en voz baja.

Salgo a la cubierta esposado de las muñecas. Sólo ahora noto que llevo una pulsera muy extraña en mi brazo derecho. Hago un esfuerzo por hacer aparecer mi escudo, pero nada pasa.

- No lo intentes de nuevo – me dice León – Esa cosa, lo que hace es disipar tu poder, impidiendo que aparezcan tus armas.

Doy unos pasos más y llego a la litera del Capitán. Está una figura solitaria sentada a la gran mesa que ocupa el lugar. Detalles adornan la sala, tallados en la madera calaveras y símbolos que no comprendo. La mesa está completamente llena de comida y mi estómago ruge, ya que no hemos comido en dos días...

- Estimado Zudo – me saluda el capitán de los Calaveras – Ahora si te doy la bienvenida oficial al Kraken, nave que comanda la flota de los Calaveras.

- ¿Por qué nos tienes por prisioneros? – le pregunto al Capitán.

- Directo al grano, me gusta tu estilo – responde a la brevedad – Seré claro entonces yo también.

- Dime de qué se trata todo esto – le digo, mientras me obligan a sentarme en una silla cercana y me quitan las esposas.

- Primero te invito a probar bocado de lo que quieras sobre mi mesa – dice el capitán – Segundo, te daré lo que me pidió The Violet Princess allá en Manhattan, tu protección… pero quiero algo a cambio.

- Te escucho – respondo, mientras trago un poco de agua y pan.

- Quiero los inventos de tu padre. Quiero que nos lleves hasta él.


IV

Antes.


El Shogun me entrega el micro chip conocido como “Las Sandalias de Hermes” antes de salir. Me da órdenes explicitas de entregar el chip a la princesa del castillo del otro lado del puente, y regresar con bien. Envía a Takumi como escolta personal, y a un grupo de ninjas para protección adicional.

Al llegar, tras cruzar el puente de Brooklyn, veo un gran castillo  en aquella isla. Es un Museo, oculto a plena vista, donde nos están esperando una guardia armada. Dos grandes armaduras se mueven y hablan ante nuestra presencia, diciéndonos las atracciones del museo, hasta que Takumi dice algunas palabras en japonés. Los guardias guardan silencio por unos momentos, y hacen una reverencia y un gesto.

- Pasemos Zudo, nos han reconocido – me dice Takumi, haciendo ingreso al castillo.

Pasamos a un segundo piso que estaba restringido a las visitas ordinarias del museo, y otras personas en armadura nos hacen pasar a un gran cuarto. Tres tronos adornan la sala, donde los dos principales estaban vacíos, pero el tercero lo ocupaba una mujer  con un gran, vistoso, y elegante vestido de color violeta.

- Bienvenidos, viajeros – nos dice la mujer apenas entramos – Que bueno es recibir visitas.

- Traigo los saludos del Shogun Blanco, su excelencia… – contesta Takumi – y traigo además al famoso viajero, con las Sandalias de Hermes.

- Excelente – dice la princesa, haciendo un gesto a su guarida real – El capitán de Los Calaveras ha llegado unos pocos minutos antes que ustedes, nos está esperando en la sala de reuniones.

Pasamos a una sala conjunta a la cual nos encontramos y vemos a un hombre y un muchacho sentados en sillones muy elegantes. Al entrar ambos se ponen de pie.

- Violet Princess, es un honor conocerla por fin – dice el tipo de gran abrigo, botas largas, sombrero y larga barba – Me presento: soy Arthur Schweppes, Capitán del Kraken, y líder de Los Calaveras, y este es mi hijo León, aprendiz en el Kraken.

- El placer es todo mío, capitán – responde la princesa – Este es uno de los subordinados del Shogun Blanco, y el muchacho que lo acompaña es quien completa la transacción, el mensajero con las Sandalias de Hermes.

- Me gustaría ver las famosas sandalias – dice el capitán de Los Calaveras – y saludar a este intrépido muchacho.

- Por supuesto – dice la Princesa -  y también le traemos lo prometido. Llamen al herrero con el trueno.

Pasan unos minutos y por la puerta aparece Hefestos con una nueva versión del Trueno de Zeus.

- ¿Zudo? – pregunta al entrar mi ex compañero de viaje - ¿Dónde está Helena?

Antes de que pueda responder a su pregunta se activa una alarma y la sala se tiñe de un rojo intermitente.

- ¡Princesa! – exclama un soldado que entra apresurado – ¡Nos tienen rodeados! Los Federales y los S.W.A.T.s nos han encontrado.

- ¿Pero cómo? – se pregunta la Princesa – Las naves de Los Calaveras son anti-radares.

- Encienda la televisión, están transmitiendo en vivo.

Siguiendo la ruta de escape de un grupo armado de TERRORISTAS, la policía dio con su liga de escondite. Tras el intento fallido de hacer explotar el ‘Madison Square Garden’, los terroristas se internaron en un museo en la Isla de Manhattan, que era vigilado hace tiempo atrás por realizar actividades sospechosas”.

- ¡Maldición! Nos han tendido una trampa… – se altera la princesa - ¿Qué hacemos ahora?

- Pelear – agrega el capitán de Los Calaveras.

- “TERRORISTAS… LOS TENEMOS RODEADOS. RINDANSE O NOS OBLIGARAN A UTILIZAR LA FUERZA”- dice por altoparlante quién comanda la operación, el general Burt Smash.

V

Ya en la celda, les entrego a mis compañeros lo que alcancé a robar de la mesa del capitán.

- ¿Qué te dijeron? – pregunta Hefestos.

- Querían que les dijera la ubicación de mi padre – le respondo – pero, aunque quisiera, no tengo idea donde está.

- ¿Su padre? – repite Takumi.

- Si, mi padre, el científico llamado Jules Price… – le comento – Pero está desaparecido desde el mismo día en que salí de Eria. Nadie sabe dónde está.

- Eso no es del todo cierto… – dice – Sólo hay dos personas que conocen el paradero del científico Price. Una de ellas es el Shogun Blanco, y la otra persona, soy yo.


Continuará…
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