20.8.11

R.Squad #1

“Infección” (Parte 1 de 3)
Historia: Rodrigo Roa.

En memoria de Silvia Salinas.

I

Hace 7 días.


Una niña con una mirada lejana, sentada en un placentero prado, lleno de luz, y rodeada de avispas, mariposas, abejas y libélulas, entre otros muchos insectos.

La escena parecía de serenidad máxima. Pero al otro lado del vidrio polarizado, el multimillonario Ian Thomas, dueño del laboratorio RadioGen y socio de NTC Computers, observaba a la niña con un sentimiento muy distinto. A su lado, los radialterados conocidos como Puma y Ámbar, escuchaban instrucciones de su parte, muy precisas.

- Ella es la clave para nuestra misión, no lo olviden. Deben cuidar a Lady Bug como si fuese su hermana pequeña, o algo así… Ella sabrá qué hacer, pero ustedes deben protegerla, pase lo que pase… ¿entendido?

Ambos asintieron.

La niña al otro lado del vidrio no escuchaba nada de esto. Sólo escuchaba los zumbidos de los insectos en sus oídos, contándole de sus viajes, de su conocimiento microscópico, de su funcionamiento biológico…

Poco después, la niña les susurró algo, y los insectos que la rodeaban obedecieron, salieron volando, y buscaron una abertura. Una vez que la hallaron, las diminutas criaturas invertebradas siguieron volando, y su recorrido por el mundo comenzó, esparciendo el mensaje entre ellos, repitiendo las instrucciones de Lady Bug, llevando un cargamento de muerte en sus picaduras y mordeduras…


II

Ahora. Torre R, New York, Estados Unidos.


- Tiene el sello del gobierno, Raúl – explicaba con pesar Boris Romanov, alias Oso.

- Si, lo vi, no es necesario que lo repitas… - contestó un tanto ofuscado Raúl Marzán, alias Liebre.

En sus manos sostenía una carta oficial, recién recibida. En ella, se les dejaba enfáticamente claro, aunque de manera muy diplomática, que el R.Squad dejaba de ser patrocinado por el gobierno estadounidense, que por ello ya no eran el equipo de héroes oficial de la ciudad, y que por ello debían hacer abandono de su hogar en la Torre R.

- No entiendo las razones, Raúl, pero es necesario que los demás lo sepan. Por lo pronto debemos buscar una estancia provisoria…

Pero Liebre no le escuchaba. Sumido en sus pensamientos, sabía que algo andaba muy mal. Había sido Ministro de Asuntos Metahumanos del país… sabía cómo funcionaban las cosas. Decidió estar a solas.

- Encárgate de comunicárselo al resto, Boris. Te pido que comiencen la búsqueda y la mudanza sin mí… Hay algo que debo pensar…

- Eh… está bien – Oso aceptó sólo porque confiaba plenamente en su mejor amigo.

Suspirando hondamente, con amargura, partió a contarle a todo el equipo que su período en ese hogar había concluido.

III

En el centro de New York, con el habitual ruido y el común movimiento de las masas, no era extraño que entre ellos caminase un transeúnte vestido con una gran gabardina y un sombrero que no dejaba ver su rostro.

Se abrió paso entre la multitud, con una dirección clara: una farmacia. Al entrar, sólo una toz apretada y un leve temblor en su cuerpo lo hicieron llamativo para los demás clientes. Se dirigió al mostrador.

- Señorita… cogh, cogh… Necesito alguna pastilla o algo que me quite esta sensación… deme algo fuer… ¡cogh, cogh! … fuerte…

- Disculpe, señor, pero, ¿cuáles son sus síntomas exactos?

- Sólo deme algo… aagh… fuerte… - el temblor en su cuerpo aumentó, y se hizo evidente en sus manos.

- Pero… no puedo recetarle nada, sin saber qué es lo que tiene…

- ¡¡Al caraj… cogh cogh!! ¡Argh! – y su último quejido vino acompañado del escupo de gotas de sangre que mancharon el mostrador del lugar.

IV

La mujer lanzó un grito de conmoción. El hombre de la gabardina sujetó su pecho mientras temblaba, y una brillante energía comenzó a brotar de sus brazos.

- Dije… que me diera…. ¡aargh! Algo… algo… ¡¡cogh, cogh!! ¡Algo fuerte!

El sujeto disparó rayos de energía en todas direcciones, destruyendo las vitrinas, e hiriendo a un par de personas. Todo mundo huyó, y el hombre no se detuvo.

Totalmente descontrolado, no podía dejar de lanzar los rayos de energía, a la vez que gritaba de dolor.

- ¡¡¡Por favor!!! ¡AARGH! ¡¡¡Alguna… cura… coghh!!! ¡Ay…uda!

El caos se apoderaba del lugar, pero de pronto, con un gran ruido, un moderno helicóptero llegó directo al lugar.

Desde él, descendió un grupo de seis individuos uniformados. Sus nombres clave: Puma, Ámbar, Wild Dog, Lagarto, Rush y Hardcore. El primero de ellos, habló, dirigiéndose al sujeto enfermo y descontrolado.

- Tú eres el villano conocido como Tibbex. Conocemos tus antecedentes criminales. Detente ahora mismo, o te detendremos nosotros, por cualquier medio.

Pero Tibbex estaba demasiado fuera de sí, lleno de dolor, como para siquiera oír, o mucho menos responder. Sin embargo, se oyó un murmullo entre los testigos allí presentes.

- “¿Y ellos, quiénes son?”

Ámbar giró hacia los observadores, y habló con fuerza y decisión.

- No se preocupen, los protegeremos. Somos el Proyecto R-Evolución, y somos el nuevo equipo oficial de metahumanos de la ciudad de New York...


Continúa…
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