6.6.12

Blackbird #19

“Imperio” (3 de 3)
Historia: Zirijo.

I

 “¿Por qué nadie quiere cooperar?” se preguntaba Adam Johnson, solo  en el salón principal de Defensores Unidos. Las luces estaban apagadas, y ya todos habían tomado una decisión. Unos irían a la guerra. Otros querían vengar a un caído, y los demás estaban perdidos. Perdidos en muchos ámbitos, sin saber qué hacer, desaparecidos, casi olvidados, y otros… dominados por el miedo.

- El miedo sabe al vino Adam Johnson… ¿sabías? – dijo alguien en aquel salón desolado.

- ¿Quién está ahí? – preguntó Blackbird, sorprendido por la intervención, buscando en la oscuridad.

- Tiene ese doble sabor. Dulce, pero amargo también... Deja al paladar predispuesto para sabores mucho más fuertes, como el de la carne… la sangre – continuó el intruso.

- ¿Megabot? ¿Electric Man? - preguntó al vacío, a lo cubierto por el manto oscuro de las sombras.

El malogrado traje del defensor Blackbird aún mostraba los daños recibidos en el enfrentamiento con “The Cluster”. Aún no podía creer que su amigo Matt Parker lo hubiese traicionado de nuevo.  No podía creer que Void lo hubiera obligado a revelar su identidad frente a Sophie… algo que nunca esperó. Lo odió… le temió.

Adam se vio superado por sus emociones. Su cuerpo brillaba en distintas intensidades de energía negra, y se sintió cansado. Luego sintió miedo, se sintió perseguido por aquella voz que lo asechaba. Nunca antes había sentido tanto miedo. Solo una vez.

- Itmed… - murmuró Blackbird.

                                                                         II

- ¡No tengo ninguna intención de jugar contigo, Itmed! – gritó Blackbird, de pie en el salón de reuniones de Defensores Unidos.

- Sabes que no quiero jugar, Adam – respondió el dios Hachit del Miedo – He venido a destruir tu alma.

- Ya te vencí antes. ¿Por qué crees que podrás derrotarme ahora? – preguntó desafiante Blackbird.

- Porque no vengo solo – respondió Itmed, burlón.

La divinidad Hachit se manifestó en su forma completa. Una figura humanoide, fantasmal, con una toga rota y una máscara horrenda, con cornamenta.

Después de él, cuatro figuras más se manifestaron, todos distintos entre sí. Una niña, un humanoide con figura de serpiente, un hombre hinchado, y otro con grandes navajas nacidas de sus antebrazos.

- Ellos son mi orden… mi séquito personal. Queremos jugar contigo – amenazó Itmed a Blackbird haciendo un gesto con su mano.

El de las largas y gigantescas navajas se lanzó de inmediato contra Adam. Este lo esquivó volando hacia atrás, pero luego cayó al suelo. El defensor sintió odio… y de sus palmas brotaron fuertes cantidades de energía, que no pudo evitar lanzar a su atacante, que las tomó con sus manos, y se alimentó de ellas.

- ¿Qué pasa? – se preguntó en voz alta Blackbird al ver lo que sucedía.

- El es Itprom… – dijo Itmed – Ustedes lo llamarían…. Guerra.

Itprom atacó nuevamente, pero Blackbird no sentía nada más que ganas de pelear, por lo que volvió a concentrar energía y a lanzarla, esta vez contra el muro del salón, provocando una gran explosión a un costado del dios de la guerra del pueblo Hachit.

El humanoide completamente inflado se dirigió flotando hacia donde estaba Adam, posicionándose sobre él.

Adam sintió pesados los brazos y piernas, y comenzaron a dolerle. Su cabeza también comenzó a sentirse pesada, y una fuerte migraña lo atacaba. El aura que irradiaba Blackbird cambió de forma, pero el dios que flotaba sobre él absorbió el halo por la boca, debilitando aún más al joven héroe.

- ¿Habías sentido dolor de esta forma, bastardo? – le preguntó nuevamente Itmed, en todo de burla – Él es Itsan… él es Dolor.

Blackbird fue más allá de sus límites físicos y levantando los brazos, concentró energía pensando en otra cosa, que no fuese el dolor… en Sophie… y atacó a Itsan, quien atravesó el techo del salón.

- Admirable, mestizo – elogió  Itmed – Nadie había escapado así de rápido de Itsan… pero ahora irás más lejos… lejos, donde tu cordura no aguantará ni un solo instante – amenazó.

Ya la figura serpenteante se acercaba, arrastrándose cerca del suelo, donde nadie lo vio por el ajetreo del combate, y atacó a Blackbird con su cola.

- No… Shh… Shh… no te resistas… Itloc te hará pasar un buen rato – dijo este último, ante el esfuerzo del cansado Blackbird por soltarse del constrictor ataque.

Itloc, tomó con sus manos la cabeza de Blackbird y entró en su mente, metiendo sus dedos por la sien. Adam soltó un grito de inimaginable dolor, cuando los dedos del dios se movieron.

Sin sangre, ni herida, Itloc, la Locura, estaba jugando con los pensamientos de Adam, cambiándolos, torciéndolos.

Luego, la cuarta diosa traída por Itmed para vencer a Blackbird, caminó. Tenía el aspecto de una niña triste, de cabello negro, y ojos negros… profundos. Ella se paró en frente del torturado Blackbird, que reía y lloraba al mismo tiempo, atormentado por Itloc.

Blackbird comenzó a sentirse triste, sin fuerzas. Sus pensamientos se fueron apagando hasta quedar con uno solo… Sophie… Sophie decepcionada.

Blackbird ya no reía, ya no lloraba… no sentía nada, sólo la imagen de Sophie triste al descubrir su identidad secreta.

- No puedo… - murmuró Blackbird – no puedo vivir con un recuerdo así...

Apenas rendido el héroe, Itmed explotó en una carcajada y se acercó a Adam, dispuesto a llenar el destrozado corazón de Blackbird con Miedo, cuando una luz apareció…

III

Una cegadora luz a espaldas de Blackbird e Itloc, alejándolos del joven defensor. Del centro de aquella luz, una mujer y un hombre avanzaban. Recogieron a Adam.

- Adam… podre hijo mío – dijo la mujer, Itfad. Fe – Mi intención no era abandonarte así… no ahora.

- Has traído al mudo – dijo Itmed con repudio al ver al hermano de Itfad, Itnok, el Destino.

Itnok levantó su espada y un aún más brillante destello hizo que Guerra, Dolor, Locura y la niña desaparecieran del lugar.

- Has usado a mi hermana para dañar a mi hijo – dijo la diosa de la Fe a Itmed, levantándolo entre sus brazos.

- El bastardo está aturdido por la melancolía… nunca volverá a ser el mismo – dijo Itmed triunfante, huyendo y fundiéndose con las sombras del muro del salón.

Itfad llevó a Adam a un lugar más cómodo, donde lo puso nuevamente en el suelo.

- Adam, ven conmigo, despierta – ordenó su madre.

Los recuerdos de Adam volvieron, sus pensamientos también, y sus emociones se precipitaron en orden. Ahora estaba despierto a los pies de su madre y su tío.

- Itnok me advirtió, sintió como tu mundo estaba en caos – dijo Itfad a su recuperado hijo, quien se incorporaba del suelo.

- Es tarde, madre… - respondió Adam – Los héroes piensan en sus propios problemas… en nada más.

- Es por eso que estamos aquí – dijo escueto Itnok.

- Si Itnok lo dice, es algo a considerar – dijo Itfad – Si uno solo mantiene su corazón y mente en pie, otros lo seguirán. Y ellos serán suficientes para salvar al mundo, hijo.

Adam miró profundamente a los ojos de su madre, y confió. Puso todo su corazón en tener fe en ella, en sus palabras.

Así, Blackbird sintió un fuerte latido en su pecho, y la idea de resistir brotó en su hinchado corazón.

IV

Luego, Blackbird despertó. Había estado exhorto en sus pensamientos. Miró hacia todos  lados y el salón de Defensores Unidos estaba intacto. Como si nada hubiese pasado. Se levantó de su silla, y caminó a la puerta. Afuera estaba Génesis.

- Te había estado buscando – le dijo Génesis a Blackbird al verlo.

- Necesitaba estar solo con mis pensamientos – respondió Adam, con un tono distinto en su voz.

- Te veo distinto, Blackbird – dijo Génesis, que tenía facilidad para juzgar el carácter de la gente.

- Hay que moverse de aquí, Génesis – dijo Blackbird – La gente nos necesita… ahora más que nunca.

- Pero no podemos dejar sola a Angalileo – respondió Génesis a la invitación del defensor.

- Tienes razón. Entonces iré solo…. No, buscaré a un amigo – dijo Blackbird ante la negativa de Génesis.

De inmediato, Blackbird fue en busca de Quick, que seguía perturbado por la muerte de Shark.

- Quick, te necesito, amigo – dijo Blackbird a su compañero de Defensores Unidos.

- No creo poder ayudarte, Blackbird… No pude ayudarlo a él – respondió el joven velocista.

- No es tu culpa… - dijo Blackbird.

- ¡Tu no lo viste, Blackbird!... No sabes qué se siente no poder correr de esto… - interrumpió Quick.

- No es tu culpa, Quick… quién quería a Shark muerto lo hubiese asesinado de todos modos… no podemos estar en todos lados al mismo tiempo…. – dijo Blackbird, serio – Necesito que me ayudes a hacer lo que él solía hacer… preocuparse por la gente.

Quick pensó las severas palabras de su amigo. Él no solía ser así, pero si se había referido a lo que le pasó a Shark de esa forma, era por algo.

- Debemos tener Fe, Quick, en que todo estará bien… en que podemos hacer algo para remediar la situación… hay que sacar fuerza del ejemplo, mostrarnos fuertes para que los demás nos sigan… sean fuertes por nosotros… para ellos mismos – dijo Blackbird.

- Bien… ¿Qué quieres que haga?  - preguntó Quick.

- Vamos a detener esto de raíz… vamos a la frontera… vamos a Estados Unidos.


Epílogo.

En el lejano desierto montañoso de Eria, una gran y poderosa bola de fuego salía volando hacia el oeste… un amigo venía en camino.


Continúa en “Imperio” #3
-

No hay comentarios: