Historia:
Zirijo.
I
“¿Por
qué nadie quiere cooperar?” se preguntaba Adam Johnson, solo en el
salón principal de Defensores Unidos.
Las luces estaban apagadas, y ya todos habían tomado una decisión. Unos irían a
la guerra. Otros querían vengar a un caído, y los demás estaban perdidos.
Perdidos en muchos ámbitos, sin saber qué hacer, desaparecidos, casi olvidados,
y otros… dominados por el miedo.
- El miedo sabe al vino
Adam Johnson… ¿sabías? – dijo alguien en aquel salón desolado.
- ¿Quién está ahí? –
preguntó Blackbird, sorprendido por la intervención, buscando en la oscuridad.
- Tiene ese doble
sabor. Dulce, pero amargo también... Deja al paladar predispuesto para sabores
mucho más fuertes, como el de la carne… la sangre – continuó el intruso.
- ¿Megabot? ¿Electric
Man? - preguntó al vacío, a lo cubierto por el manto oscuro de las sombras.
El malogrado traje del defensor
Blackbird aún mostraba los daños recibidos en el enfrentamiento con “The Cluster”. Aún no podía creer que su
amigo Matt Parker lo hubiese traicionado de nuevo. No podía creer que Void lo hubiera obligado a revelar su identidad frente a Sophie…
algo que nunca esperó. Lo odió… le temió.
Adam se vio superado
por sus emociones. Su cuerpo brillaba en distintas intensidades de energía
negra, y se sintió cansado. Luego sintió miedo, se sintió perseguido por
aquella voz que lo asechaba. Nunca antes había sentido tanto miedo. Solo una
vez.
- ¡No tengo ninguna
intención de jugar contigo, Itmed! – gritó Blackbird, de pie en el salón de
reuniones de Defensores Unidos.
- Sabes que no quiero
jugar, Adam – respondió el dios Hachit del Miedo – He venido a destruir tu
alma.
- Ya te vencí antes.
¿Por qué crees que podrás derrotarme ahora? – preguntó desafiante Blackbird.
- Porque no vengo solo
– respondió Itmed, burlón.
La divinidad Hachit se
manifestó en su forma completa. Una figura humanoide, fantasmal, con una toga
rota y una máscara horrenda, con cornamenta.
Después de él, cuatro
figuras más se manifestaron, todos distintos entre sí. Una niña, un humanoide
con figura de serpiente, un hombre hinchado, y otro con grandes navajas nacidas
de sus antebrazos.
- Ellos son mi orden…
mi séquito personal. Queremos jugar contigo – amenazó Itmed a Blackbird
haciendo un gesto con su mano.
El de las largas y
gigantescas navajas se lanzó de inmediato contra Adam. Este lo esquivó volando
hacia atrás, pero luego cayó al suelo. El defensor sintió odio… y de sus palmas
brotaron fuertes cantidades de energía, que no pudo evitar lanzar a su
atacante, que las tomó con sus manos, y se alimentó de ellas.
- ¿Qué pasa? – se
preguntó en voz alta Blackbird al ver lo que sucedía.
- El es Itprom… – dijo Itmed – Ustedes lo
llamarían…. Guerra.
Itprom atacó
nuevamente, pero Blackbird no sentía nada más que ganas de pelear, por lo que
volvió a concentrar energía y a lanzarla, esta vez contra el muro del salón,
provocando una gran explosión a un costado del dios de la guerra del pueblo Hachit.
El humanoide
completamente inflado se dirigió flotando hacia donde estaba Adam,
posicionándose sobre él.
Adam sintió pesados los
brazos y piernas, y comenzaron a dolerle. Su cabeza también comenzó a sentirse
pesada, y una fuerte migraña lo atacaba. El aura que irradiaba Blackbird cambió
de forma, pero el dios que flotaba sobre él absorbió el halo por la boca,
debilitando aún más al joven héroe.
- ¿Habías sentido dolor
de esta forma, bastardo? – le preguntó nuevamente Itmed, en todo de burla – Él
es Itsan… él es Dolor.
Blackbird fue más allá
de sus límites físicos y levantando los brazos, concentró energía pensando en
otra cosa, que no fuese el dolor… en Sophie… y atacó a Itsan, quien atravesó el
techo del salón.
- Admirable, mestizo –
elogió Itmed – Nadie había escapado así
de rápido de Itsan… pero ahora irás más lejos… lejos, donde tu cordura no
aguantará ni un solo instante – amenazó.
Ya la figura
serpenteante se acercaba, arrastrándose cerca del suelo, donde nadie lo vio por
el ajetreo del combate, y atacó a Blackbird con su cola.
- No… Shh… Shh… no te
resistas… Itloc te hará pasar un
buen rato – dijo este último, ante el esfuerzo del cansado Blackbird por
soltarse del constrictor ataque.
Itloc, tomó con sus
manos la cabeza de Blackbird y entró en su mente, metiendo sus dedos por la
sien. Adam soltó un grito de inimaginable dolor, cuando los dedos del dios se
movieron.
Sin sangre, ni herida,
Itloc, la Locura, estaba jugando con los pensamientos de Adam, cambiándolos, torciéndolos.
Luego, la cuarta diosa
traída por Itmed para vencer a Blackbird, caminó. Tenía el aspecto de una niña
triste, de cabello negro, y ojos negros… profundos. Ella se paró en frente del
torturado Blackbird, que reía y lloraba al mismo tiempo, atormentado por Itloc.
Blackbird comenzó a
sentirse triste, sin fuerzas. Sus pensamientos se fueron apagando hasta quedar
con uno solo… Sophie… Sophie
decepcionada.
Blackbird ya no reía, ya
no lloraba… no sentía nada, sólo la imagen de Sophie triste al descubrir su
identidad secreta.
- No puedo… - murmuró
Blackbird – no puedo vivir con un recuerdo así...
Apenas rendido el
héroe, Itmed explotó en una carcajada y se acercó a Adam, dispuesto a llenar el
destrozado corazón de Blackbird con Miedo, cuando una luz apareció…
III
Una cegadora luz a
espaldas de Blackbird e Itloc, alejándolos del joven defensor. Del centro de
aquella luz, una mujer y un hombre avanzaban. Recogieron a Adam.
- Adam… podre hijo mío
– dijo la mujer, Itfad. Fe – Mi
intención no era abandonarte así… no ahora.
- Has traído al mudo –
dijo Itmed con repudio al ver al hermano de Itfad, Itnok, el Destino.
Itnok levantó su espada
y un aún más brillante destello hizo que Guerra, Dolor, Locura y la niña
desaparecieran del lugar.
- Has usado a mi
hermana para dañar a mi hijo – dijo la diosa de la Fe a Itmed, levantándolo
entre sus brazos.
- El bastardo está
aturdido por la melancolía… nunca volverá a ser el mismo – dijo Itmed
triunfante, huyendo y fundiéndose con las sombras del muro del salón.
Itfad llevó a Adam a un
lugar más cómodo, donde lo puso nuevamente en el suelo.
- Adam, ven conmigo,
despierta – ordenó su madre.
Los recuerdos de Adam
volvieron, sus pensamientos también, y sus emociones se precipitaron en orden.
Ahora estaba despierto a los pies de su madre y su tío.
- Itnok me advirtió,
sintió como tu mundo estaba en caos – dijo Itfad a su recuperado hijo, quien se
incorporaba del suelo.
- Es tarde, madre… -
respondió Adam – Los héroes piensan en sus propios problemas… en nada más.
- Es por eso que
estamos aquí – dijo escueto Itnok.
- Si Itnok lo dice, es
algo a considerar – dijo Itfad – Si uno solo mantiene su corazón y mente en
pie, otros lo seguirán. Y ellos serán suficientes para salvar al mundo, hijo.
Adam miró profundamente
a los ojos de su madre, y confió. Puso todo su corazón en tener fe en ella, en
sus palabras.
Así, Blackbird sintió
un fuerte latido en su pecho, y la idea de resistir brotó en su hinchado
corazón.
IV
Luego, Blackbird despertó.
Había estado exhorto en sus pensamientos. Miró hacia todos lados y el salón de Defensores Unidos estaba
intacto. Como si nada hubiese pasado. Se levantó de su silla, y caminó a la
puerta. Afuera estaba Génesis.
- Te había estado
buscando – le dijo Génesis a Blackbird al verlo.
- Necesitaba estar solo
con mis pensamientos – respondió Adam, con un tono distinto en su voz.
- Te veo distinto,
Blackbird – dijo Génesis, que tenía facilidad para juzgar el carácter de la
gente.
- Hay que moverse de
aquí, Génesis – dijo Blackbird – La gente nos necesita… ahora más que nunca.
- Pero no podemos dejar
sola a Angalileo – respondió Génesis a la invitación del defensor.
- Tienes razón.
Entonces iré solo…. No, buscaré a un amigo – dijo Blackbird ante la negativa de
Génesis.
De inmediato, Blackbird
fue en busca de Quick, que seguía
perturbado por la muerte de Shark.
- Quick, te necesito,
amigo – dijo Blackbird a su compañero de Defensores Unidos.
- No creo poder
ayudarte, Blackbird… No pude ayudarlo a él – respondió el joven velocista.
- No es tu culpa… -
dijo Blackbird.
- ¡Tu no lo viste,
Blackbird!... No sabes qué se siente no poder correr de esto… - interrumpió
Quick.
- No es tu culpa, Quick…
quién quería a Shark muerto lo hubiese asesinado de todos modos… no podemos
estar en todos lados al mismo tiempo…. – dijo Blackbird, serio – Necesito que
me ayudes a hacer lo que él solía hacer… preocuparse por la gente.
Quick pensó las severas
palabras de su amigo. Él no solía ser así, pero si se había referido a lo que
le pasó a Shark de esa forma, era por algo.
- Debemos tener Fe,
Quick, en que todo estará bien… en que podemos hacer algo para remediar la
situación… hay que sacar fuerza del ejemplo, mostrarnos fuertes para que los
demás nos sigan… sean fuertes por nosotros… para ellos mismos – dijo Blackbird.
- Bien… ¿Qué quieres que
haga? - preguntó Quick.
- Vamos a detener esto
de raíz… vamos a la frontera… vamos a Estados Unidos.
Epílogo.
En el lejano desierto montañoso de Eria, una gran y poderosa bola de
fuego salía volando hacia el oeste… un amigo venía en camino.
Continúa en “Imperio” #3
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