20.2.10

Star Crusade #9

“Emergencia”
Historia: Rodrigo Roa.

I

La nave de Nurlabe había pasado a ser chatarra en tan sólo segundos. La descarga de energía de Will Bowman había sido tan súbita como poderosa.

- ¡¡¿Qué has hecho, tú, estúpida criatura inferior?!! ¡¿Cómo te atreves…?!

- No pasarás, seas quien seas. La Tierra no debe ser perturbada – respondió el terrícola.

- ¡Yo te enseñaré a respetarme, imbécil! – gritó Nurlabe, furioso.

De inmediato, se movió con agilidad en dirección a Will, el cual no alcanzó a esquivar el golpe. Nunca había sentido un golpe de tal magnitud, pero de alguna forma, su cuerpo lo resistió.

Un extraño calor recorrió su brazo derecho, y un resplandor salió acompañado de una descarga de energía, que impactó a Nurlabe.

Furioso por el atrevimiento de su oponente terrícola, el villano comenzó una ofensiva a gran velocidad, y se trabaron en un combate intenso.

Una y otra vez se golpearon, y se atacaron con poderosas descargas de energía. Cuando Nurlabe se acercaba, Will trataba de esquivarlo y se sorprendía con su propia velocidad. De inmediato contraatacaba, con golpes y rayos de energía, los cuales impactaban a Nurlabe. De vez en cuando, el villano lograba golpearlo, y a pesar de la fuerza de sus golpes, el terrícola lo soportaba.

La intensidad del combate subió, y Nurlabe logró golpear varias veces a su oponente. Pero Will Bowman no se sintió mayormente afectado, y siguió peleando.

Aún no se detenían, cuando ya llevaban largos minutos de combate, y el daño físico comenzaba a hacerse mayor. De pronto, el haz de luz de un disparo que cruzó frente a sus ojos, los alertó.

A su alrededor comenzaba a llegar una docena de naves, con el escudo de la Policía InterPlanetaria…

II

Mientras se dirigían a Tenrhant, Arubal y el Capitán Estelar hicieron una nueva parada, en una pequeña roca que flotaba lentamente en el espacio. Como estaban cada vez más cerca del Sistema Solar, los Cristales de Cor se hacían más y más numerosos, y por lo tanto, las paradas más y más frecuentes.

El héroe de Eburan absorbía los cristales, y su poder aumentaba dramáticamente. El brillo de su cuerpo era la señal visible de esto.

Arubal miraba preocupado, porque le parecía que la existencia de un ser con tal poder, era peligroso, tanto para él mismo, como para el universo.

Una vez que el defensor regresó a la nave, quiso desahogarse de sus temores, con su nuevo compañero de viaje.

- Sé lo que debes pensar… - le dijo – A mí tampoco me gusta que todo este poder esté concentrado en un solo lugar… y menos si ese lugar soy yo… Pero el Consejo me lo pidió, y es una misión de emergencia. Debemos evitar que estos Cristales caigan en las manos equivocadas. No sabemos lo que podrían hacer con ellos.

- Yo sólo espero que tú no seas “las manos equivocadas” – respondió Arubal.

El Capitán se quedó en silencio mirando al Thilar. Respiró hondo, y su rostro reflejaba preocupación. Aunque estaba seguro de estar haciendo lo correcto, temía a lo que pudiese surgir repentinamente en el futuro, algo que pudiese cambiar sus decisiones o su perspectiva. Decidió cambiar de tema.

- Es extraño que ese tal Soulblade no nos haya alcanzado aún… - reflexionó.

Arubal miró por la ventana lateral, y vio el universo profundo, oscuro, pero lleno de brillantes puntos lejanos, que le daba un aire de misterio y nostalgia. Recordó su planeta, y lo distante que ahora estaba de él. También sintió un escalofrío, porque el universo ocultaba tantas cosas…

- Tal vez nos encuentre en el momento menos deseado… - dijo, casi susurrando.

La nave comenzó a moverse una vez más, y despegaron rumbo a su nuevo destino, el planeta Tenrhant, llenos de incertidumbre.

III

- ¡Deténganse, ahora mismo! – ordenó Overtaker a los dos combatientes.

Las naves de la Policía llegaban a toda velocidad, y el Comandante fue el primero en enfrentarlos. De fondo, la Tierra ofrecía todo su esplendor azulado, embelleciendo el escenario.

- Nurlabe, estás detenido, ¡vendrás con nosotros! – dijo.

El villano trató de reaccionar, pero lo pensó dos veces al ver la gran cantidad de agentes que lo rodeaban, por lo que sólo gruñó, amenazante. Mientras, Will Bowman no sabía cómo reaccionar.

Overtaker hizo un gesto, y los oficiales avanzaron decididos hacia Nurlabe. Con un veloz movimiento, se abalanzaron con fuerza sobre él, inmovilizándole. Luego, le pusieron esposas y lo condujeron hacia una de las naves.

- ¿Crees que ganarás algo con esto? – le dijo el villano, desafiante, al líder de la fuerza policial - ¿Crees que detendrás lo que ya está ocurriendo?

- ¿Y qué es eso que está ocurriendo? – respondió irónico Overtaker.

Nurlabe no respondió, pero su mirada y una sonrisa sarcástica dieron a entender lo mucho que aún ocultaba, y que era completamente desconocido para ellos.

- No importa lo que sea que trames tú o tus asociados, Nurlabe… los detendremos, uno por uno – dijo el policía, aunque sólo para quedar satisfecho, porque el villano ya casi no podía escucharlo.

Mientras los oficiales ponían al villano bajo fuertes medidas de seguridad, Overtaker se acercó a Will Bowman, que aún observaba la escena.

- Debo agradecerte… – le dijo – Detuviste a Nurlabe antes de que la Tierra se viera involucrada… Gracias por creer en mis palabras.

- La verdad… No sé por qué lo hice, ni tampoco cómo logré enfrentarlo sin caer… - respondió el terrícola – Sólo sé que me pareció lo adecuado, para mantener mi planeta a salvo…  - hizo una pausa, y continuó – Por lo demás… ya no hay nada más que yo pueda hacer con mi vida… al menos, nada “normal”…

- Entiendo tu pesar… - dijo Overtaker, tras pensarlo un momento – Y la verdad, no creo que eso sea reversible… Pero sí puedes aprender a vivir con ello… No es mucho lo que puedo hacer por ti, pero tal vez te haga bien venir con nosotros… Podrás conocer lo que hay más allá de las estrellas que antes veías desde tu mundo… Y conocer lo que tu nueva condición te depara… Créeme, recorrer las estrellas es una excelente terapia, te lo digo por experiencia.

A Will no le pareció una idea descabellada. No podía regresar a la Tierra, y no podía seguir vagando eternamente sin comprender lo que él era ahora. Sólo sabía que ya no era tan solo “Will Bowman”, sino que algo más. Acababa de proteger su planeta, tal como aquel hombre, el Capitán Cometa, lo había protegido a él, aquel día junto a Susan…

No quiso seguir pensando en eso. Sólo sabía que debía buscar un propósito a su nueva vida.

- Muy bien, iré contigo, Overtaker.

Las naves surcaron el vacío a toda velocidad. Con un rumbo desconocido para él, comenzaba el nuevo viaje del hombre que una vez fue Will Bowman. A partir de ahora, junto a sus nuevos compañeros, se dejaría ser guiado por todo aquello que surgiera a través del camino.

IV

Dos de los guardias de la Prisión InterPlanetaria corrían raudos hacia el pasillo de máxima seguridad. Allí, el prisionero Seed Breem aullaba, gritaba y rasguñaba las paredes, manifestando una actividad mayor a la usual.

Una vez que llegaron, le exigieron guardar silencio, pero al no ser obedecidos, golpearon las paredes, y activaron el mecanismo de control, con lo cual, dos cadenas de energía eléctrica salieron desde los costados de la celda y se enrollaron en el cuerpo del criminal.

Pero a pesar de ello, Seed Breem seguía gritando, y a pesar de los gritos de dolor, logró articular una frase.

- ¡¡Argh!!... ¡Él…! ¡Ha vuelto! ¡¡AAAH!! ¡Su mente me habla!... ¡Me… llama!

Los guardias se miraron, confundidos. Uno de ellos tuvo una idea espeluznante, y le señaló a su compañero la celda contigua a la de Seed Breem. En la puerta de esta, se podía leer el nombre del prisionero más importante del lugar, el terrorista umnita llamado Tak.

Aunque había silencio allí, los guardias sintieron un escalofrío. Se acercaron a revisar la celda, caminando lentamente. Uno de ellos se asomó a la ventanilla de la inmensa puerta que lo mantenía aislado. Adentro, Tak estaba inmóvil, aunque de pie, algo que no había hecho desde que había llegado a la Prisión.

Súbitamente, las paredes crujieron, y la pesada puerta se desprendió de sus soportes, y salió arrojada sobre los guardias, quienes no alcanzaron a huir, siendo aplastados.

Una explosión derrumbó la pared exterior, y los sistemas de defensa de la Prisión cayeron uno a uno. Los guardias peleaban intensamente, pero no lograban detener el avance de cuatro guerreros, que se abrían paso.

- ¡Mantengan el ataque! – gritó uno de ellos, que parecía ser el líder - ¡Iré por nuestros objetivos!

El combate proseguía, pero los guardias retrocedían ante el poder de los guerreros. Allí estaban los hermanos Badit y Birdit, del planeta Dirón, con las poderosas descargas de energía que emitían al entrar en contacto el uno con el otro, y el silencioso Prounder, del planeta Qhars, que transformaba su cuerpo en gas, intangible y tóxico, aunque también se hacía sólido a voluntad, sólo para asesinar a sangre fría.

El cuarto de los guerreros llegó hasta el pabellón de Alta Seguridad. Allí, con un dispositivo mecánico, desactivó las barras de energía de la celda de Seed Breem, liberándolo. Luego, juntos, entraron en la celda de Tak, que seguía inmóvil.

- ¿Señor Tak? – dijo el guerrero – Soy Ka’li’est, del planeta Surn… He venido en nombre del líder de la Asociación… Usted puede escucharlo en su mente, ¿verdad? Él guiará sus pasos… Bienvenido.

Tak avanzó, como poseído, siguiendo las instrucciones que recibía en su cabeza. No había recuperado todas sus facultades, pero sí las suficientes para ser una vez más, una amenaza para el universo.

V

Hyperman había sido conducido a un salón bellamente adornado con piedras preciosas, y que tenía un diseño similar al resto de las construcciones de Talascia. En cada uno de los extremos del salón se erguían, estáticos, un par de guardias armados. En el centro, en una enorme silla igualmente decorada, lo esperaba Trom, líder de la última ciudad umnita.

- “Bienvenido, N’Arek” – expresó telepáticamente – “Sé lo que te ha traído aquí. No debes temer. Talascia vive en paz”.

- El Consejo desea comprobar esto, ya que el equilibrio del universo no debe ser perturbado… – respondió el defensor de Dardac, dejando en claro que prefería las palabras.

- Entiendo sus preocupaciones – dijo esta vez Trom – Los umnitas no somos bien vistos en el Consejo, tras los sucesos de la Guerra… Desde entonces, hemos evitado el contacto con otras razas, para seguir en paz, incluso con nosotros mismos… Pero usted debe entender también, que el contacto es inevitable, y las oportunidades emergen inesperadamente… y yo haré lo que sea necesario para el bienestar de los últimos habitantes de nuestro planeta destruido…

- ¿A qué se refiere? – preguntó Hyperman, ya que no estaba seguro de haber entendido lo que intentaba decir el líder umnita.

Sin embargo, no recibió respuesta. Los guardias se abalanzaron sobre él, sin dejarlo reaccionar, y un fuerte golpe en su nuca lo hizo caer, inconsciente.


Continúa...
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